Por: Sebastián Silva-Iragorri
Ahora el tema es sobre candidaturas y las encuestas empiezan a revelar resultados, algunos sorpresivos y otros esperados. Las encuestas no son muy confiables, pero van marcando un rumbo y ponen a la gente a opinar y a ir seleccionando las mejores posibilidades para el País. Nunca hemos estado tan necesitados de unidad. Es absolutamente necesaria, la Nación en su mayoría siempre ha sido tradicional y reformista, pero por el camino de ideologías respetuosas de la libertad, el orden y la democracia. Actualmente hay un riesgo grande de impunidad que coloca en desbalance a la justicia, menoscaba la libertad y afecta la democracia. No más debilidad y aplausos para quienes violaron o violan la ley. Es inconcebible que algunos personajes con extensos prontuarios y condenas por graves crímenes tengan primacía para figurar como ejemplares gestores de paz. Este es un mensaje nefasto para la juventud y la comunidad, es un aliciente, un impulso al delito y sus nefastas formas de destruir las estructuras de la sociedad. Así como necesitamos unidad es urgente encontrar el candidato que reúna las capacidades para revertir, corregir y revocar enormes errores, que tenga el valor suficiente para enfrentar la avalancha de falsedades y mentiras pagadas que se desatan en redes sociales y observar con plena convicción el objetivo de recuperar la fuerza pública volviendo al camino del orden, la ley y la autoridad. Para esto se organizan las sociedades y se forman los Estados, para entregar su manejo a quienes correcta e íntegramente puedan conducir sin vacilaciones los elementos claves de su organización y desarrollo.
Colombia no puede dejarse descrestar ni engañar por presuntas tesis de continuación de un cambio inexistente. Lo que debemos es despertar la conciencia y acudir a nuestra voluntad de trabajo para colaborar e impulsar ideas, programas y acciones en dirección a una auténtica transformación. La salud no puede seguir en declive hacia el fracaso; la corrupción no puede seguir impulsada por dilaciones y prescripciones de graves delitos por parentescos o colaboraciones políticas; la inseguridad no puede avanzar al amparo de negligencias y debilidades en la lucha contra el crimen; el territorio nacional debe estar bajo el pleno dominio del Estado sin dudas ni vacilaciones; es urgente controlar y frenar el crecimiento de cultivos de uso ilícito sin sofismas distractores mientras se extiende el narcotráfico que alimenta la violencia; la prioridad educativa tiene que ser realidad y la reactivación económica debe ser efectiva sin discursos alimentados con cifras soñadoras y obras faraónicas inalcanzables.
Los actuales precandidatos de todos los movimientos y partidos deben conocer a profundidad los principales problemas del País estructurando soluciones con equipos técnicos de acciones contundentes. El nuevo gobierno no tendrá pausa en su trabajo pues encontrará un País cercano al derrumbe, con sectores casi destruidos, la moral muy baja y los odios al por mayor. Tal vez para lo único que puede haber servido este experimento socialista y sectario es para saber que no se puede volver a hacer esta clase de ensayos y que los verdaderos totalitarios han quedado descubiertos. Son fascistas los que están apoyando dictaduras y gobiernos sin cimientos democráticos. Los verdaderos demócratas están del lado de la libertad y los derechos sociales y humanos con igualdad de oportunidades para todos. Se ha manifestado claramente la realidad política, no es posible continuar con retóricas falsas y no se puede seguir votando con entusiasmos pasajeros ante populismos baratos vendidos como soluciones factibles.
He analizado varias encuestas en los últimos días, pero también he indagado directamente en las calles y noto angustia y decepción, pero también esperanzas en la unidad, en un frente común que recupere las riendas del País. Ojo, que el candidato debe ser persona de carácter, con grandes capacidades de ejecución y con un deseo de unir al pueblo colombiano con objetivos reales y efectivos que nos movilicen física y mentalmente hasta encontrar la ruta del cambio definitivo que nos conduzca hacia el progreso y la libertad.