viernes, junio 20, 2025
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Pam y el fin del poder

Dos horas en la cafetería PAM de Popayán en compañía de cinco amigos me sirven para enterarme de las últimas novedades del Volcán Puracé y la política local. La noche anterior había estado conversando con un joven líder estudiantil quien quiere ayudar con un grupo de su colegio en la protección de los animales. Dos reuniones de contraste para concluir que sin duda es más fácil – como lo dice Moisés Naim en su libro El Fin del Poder – convocar a estos últimos (los jóvenes) a un colectivo de voluntarios animalistas que llamarlos para que se vinculen a cualquier causa política.

Todos los politólogos concuerdan que la política se ha reducido a hacer elecciones y las mismas a dos variables: tener la capacidad de emocionar y tener la capacidad económica. Cuando se juntan, ganaste. Si no estás en el marco de una de esas dos lo más probable es que pierdas.

Por eso los partidos están en crisis y en el mejor de los casos estancados en su militancia. Cada escándalo de corrupción los sataniza más y los condena a tener estructuras meramente burocráticas, donde las ideas y las propuestas tienen poco peso.

Esa es la razón por la cual Naim afirma en su libro (de hace diez años) que con el transcurso del tiempo la política tiene y tendrá menos poder. Este ha mutado a los grupos de presión económica y social y a lo que los gringos llaman los Tee parties (los anti partidos) muchos de ellos de corta existencia, ligados a liderazgos unipersonales.

Cuando por excepción se tiene éxito y se accede al poder viene lo más complejo: gobernar; pues adicional a la solicitud de respuesta inmediata a los problemas elementales de una sociedad (salud, educación, empleo, seguridad) hay que tener también soluciones a una enorme cantidad de grupos sociales que invocan derechos particulares: los afros, los indígenas, la población LGTBIQ, los ambientalistas, los viviendistas, los animalistas, los jóvenes, las mujeres, los activistas culturales, los empresarios, los pequeños emprendedores, las ONGs, etc, en fin, esa enorme sumatoria de las nuevas minorías que constituyen el nuevo contrato social o el Nuevo Manifiesto del cual habla Bounaventura de Sousa.

Ahí viene entonces la pregunta del millón: ¿Dónde está el verdadero poder del gobernante? La respuesta es sencilla: en la capacidad de diálogo que desarrolle, en las sumatorias que logre, en el legado que deje.

Remato este escrito citando al mismo autor cuando dice dos cosas: “no se puede tratar al rival político como un enemigo mortal”, pues esa es una estrategia envenenada, de la cual no queda sino una espiral de vanidades y soledad; y segundo, que “se necesitan más celebraciones y menos denuncias”.

Mis contertulios de PAM y el joven líder animalista, son claros ejemplos que el Fin del Poder llegó y que hay una nueva realidad en el planeta. El que no lo entienda, va directo al fracaso.

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