Víctor Paz Otero.
En nuestro colombiano siglo 19, se pronunció una frase que hizo carrera y provocó muchos conflictos familiares y también tuvo repercusiones políticas de índole diversa. La Frase aquella fue: “Mi marido en la presidencia será como soltar un mico en un pesebre”. Fue pronunciada por doña Benvenuta Arboleda, esposa del general Tomas Cipriano Mosquera, unas semanas antes de que este tomara posesión de la presidencia de la república para el período de 1845 a 1849. Y a pesar de que por aquellas calendas no existían las invasivas redes sociales en función de difundir mensajes y noticias que influenciaran la siempre maleable y manipulable opinión pública; eran los chismes y la feroz y despiadada chismografía quienes cumplían con eficiencia esa tarea de socavar honras y palidecer prestigios. Y la frasecita se convirtió en muletilla política que se popularizó rápidamente entre ciertos grupos de la sociedad alcanzando a deteriorar en algún grado la imagen del problemático e impredecible general Mosquera.
Traigo esto a cuento, pues uno puede imaginar que la bella y “migrada” esposa del “mono Trump”, Si tuviese la capacidad irónica de nuestra Benvenuta, Perfectamente tendría derecho a pensar o a imaginar lo mismo, ahora que de nuevo su rubio y algo desquiciado marido retorna a manejar el industrializado y poderoso pesebre bélico que configura la sociedad gringa.
El mundo entero está en vilo y a la expectativa esperando conocer la nueva e inquietante agenda política que va a ejecutar el presidente reelegido mayoritariamente por un pueblo que parece, hechizado, seducido y entusiasmado con un político estrafalario y sorprendente, dotado sin duda, de un carisma que resulta incomprensible bajo las categorías del análisis racional.
El mundo entero de alguna manera ha sido convencido de que señor Trump es, además de adúltero y alegre mujeriego un sujeto convicto de muchos delitos, en especial financieros, que es personaje arbitrario, desafiante, desabrochado e irreverente y especialista en lanzar ideas que muchos juzgan alocadas e irresponsables, aun cuando él se autoproclama como representante del sentido común.
Pero si esas ideas y esas promesas se hacen desde el inmenso y amenazante poder que le corresponderá orientar y manejar como presidente, sin duda alguna van alterar de manera significativa el ya convulsionado orden planetario.
Por más loco y divertido que pueda parecer el señor Trump es un personaje inquietante y peligroso para los ordenamientos que hoy prevalecen en el orden mundial, que por supuesto, no es ordenamiento ni justo ni racional, sino un simulacro de orden que permanece siempre al borde de aumentar sus desequilibrios que pueden conducir al colapso definitivo.
Trump no es un loco trágico ni asesino como lo fue Hitler, o como lo es Netanyahu, pero de ninguna manera se puede esperar por parte de él cordura o sensatez política o diplomática para encarar los espinosos conflictos que agitan la historia contemporánea.
Reclama con desfachatez y cinismo el canal de Panamá, como si el canal fuese un juguete viejo que se les olvido a los gringos en las selvas del Darién. A la tranquila Dinamarca le ofrece quitarle, usando la fuerza, la isla más grande del mundo. Promete eliminar de un tajo el llamado acto verde; Que tiemble la ecología y los ecólogos. Sostiene que el cambio climático cuando no es un chiste inocuo, es solamente una noticia falsa. Le tiene sin cuidado que la energía sea limpia, la prefiere sucia y por eso mismo afirma que promoverá hasta el máximo posible la exploración y la producción de petróleo en los suelos de su país.
Sin duda que es inquietante y amenazante el menú político y geopolítico que tiene entre manos el reelegido inquilino de la Casa Blanca. Pero la gente lo apoya y lo apoya con entusiasmo delirante; lo cual sin duda posibilita que míster Trump se ocupe en forma veloz y eficiente a darle cumplimiento a sus promesas. Pero la promesa que más aplausos convoca es la de sacar, a las buenas o a las malas, a los casi diez millones de migrantes que la han “invadido” el “democrático” y artificial paraíso que decoró Disney.
La intrigante y gran pregunta que muchas gentes del mundo se hacen, es el ¿por qué, si la gente sabe quién es y cómo actúa el señor Trump, lo elige de forma tan abrumadora para orientar los destinos próximos y futuros de la poderosa nación norteamericana?
Ese será tema de reflexión especulativa para posteriores columnas.
Víctor Paz Otero
Popayán enero 20 del 2025.