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Manual de desencanto para una vida digna 15

Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.

Precepto.

Debe negarse de forma radical todo sentido que se pretenda imponer, como si fuera una determinación. Si todo es una posibilidad de creación, entonces todo debe estar en un proceso continuo de transformación. Se debe afirmar la destrucción, la transformación y la elevación continua de todo lo que existe.

Es muy claro que todo lo que existe es una posibilidad y un proceso de creación. Aunque no se tenga una consciencia clara de dicha posibilidad y proceso, lo cierto es que todo ha devenido porque se creó como tal. Si se realiza una re-construcción de sentido de todo lo que existe, se puede comprender cómo fue posible que se creara y se expresara ese sentido. Todo fue creado, aunque no se sepa cómo se hizo ni quién o quiénes lo hicieron.

Por eso es muy importante tomar consciencia de esa posibilidad de creación: primero porque la re-construcción nos permite saber cuál fue el proceso de nuestros propios sentidos, segundo porque nos puede hacer comprender la calidad e intensidad de las fuerzas que nos constituyen, y tercero porque nos permite diseñar y pensar en una transformación integral de todos los sentidos creados para, a partir de ahí, iniciar la creación de nuevos y superiores sentidos. Si todo es una posibilidad de creación, podemos crear siempre nuevos sentidos de la existencia.

El asunto es que asumir la existencia como una posibilidad y un proceso continuo de creación de sentidos, exige mucha fuerza y disciplina interna. ¿Por qué? Porque se puede sucumbir ante la angustia del sinsentido. Porque en muchas ocasiones se requiere asumir un sentido como si fuera definitivo, para que esto garantice una estabilidad existencial al individuo.

¿Está el individuo preparado para una transformación integral de todo el sistema de sus sentidos? ¿tiene la capacidad de destruir todo sistema significante? ¿qué se requiere para esta acción de transgresión? La verdad es que es muy difícil, porque el sistema integral del sentido y la significación es lo que le da una estabilidad a la existencia del individuo. Los sentidos significantes operan como un sistema inmunológico: defienden al individuo del caos de la existencia.

Ante lo anterior es necesario preguntar: ¿cualquier sentido significante tiene esa capacidad inmunológica de defender al individuo de lo real? ¿por absurdo que sea? Un sentido puede operar como un instrumento de defensa, siempre que se le imprima la intensidad adecuada. Esto es importante, porque un sentido que otorgue fuerza inmunológica a un individuo, puede no hacerlo con otro. Esto nos lleva a pensar, que los dispositivos inmunológicos dependen de la calidad de las fuerzas que constituyen a un individuo. Las fuerzas y los sentidos significantes se implican en la existencia misma.

Entonces los sentidos y significaciones son importantes para garantizar la estabilidad existencial del individuo, pero no lo son para impulsar y hacer posible una evolución. Hay que decirlo con claridad: para una evolución es necesario destruir el sistema integral en el que esos sentidos y significaciones funcionan para, desde ahí, iniciar un proceso de creación de sentidos nuevos y superiores.

Es necesario aprender a comprender y asumir la angustia existencial que genera el proceso intenso de creación de nuevos sentidos. La angustia es lo que evidencia que el individuo está evolucionando. El poeta Baudelaire lo afirmó: “¡Hasta el fondo de lo Desconocido, para encontrar lo nuevo!” (“Au fond de l’Inconnu pour trouver du nouveau!”).

Es por esto que, aunque es necesario un sistema de sentido que de orden y estabilidad a la existencia, lo que no se puede permitir es que un sistema de sentido significante se imponga como si fuera una verdad definitiva. ¿Por qué? Primero porque esto impediría que el individuo pueda evolucionar (se puede sostener en un estado de supervivencia ordenada, pero no evolucionar), segundo porque es la más efectiva forma de ejercer un poder dominante y globalizante (el poder siempre se ejerce desde una pretendida “verdad”), y tercero porque toda “verdad” definitiva opera como un “cáncer” de la existencia, es decir: impide el libre flujo de las fuerzas integrales.

La más eficiente forma de enfermarse es asumir un sentido como si fuera una verdad definitiva; y la más eficiente forma de sanarse es asumir la existencia como un proceso y una posibilidad infinita de creación de sentidos nuevos y superiores.

Pero, ¿se deben destruir todos los sentidos significantes, incluso los más amados? ¿incluso si un sentido ha sido muy efectivo y ha funcionado? ¿se deben destruir incluso los sentidos superiores y los sagrados? Los “ideales superiores” son fundamentales para la dignificación de la existencia del individuo, porque permiten el despliegue de las fuerzas integrales y la creación de nuevas fuerzas; Pero, incluso lo más amado se debe destruir, para poder acceder a un amor superior.

Práctica de desencanto:

Es necesario escribir una lista rigurosa de todas nuestras ideas, opiniones, creencias, hábitos y prácticas, para poder identificar lo siguiente: 1. Cuál es su función y su impacto dentro de nuestras vidas, 2. Cuáles se consideran como una “verdad” definitiva, y 3. Cuáles están limitando nuestra evolución integral. Hay que escribir la lista despacio, porque es importante diseñar un mapa de nuestro sistema de sensibilidad y de pensamiento, para empezar a intervenir en el mismo.

Práctica de dignificación:

Comprender, analizar y estudiar todas nuestras “verdades”. Esto nos permitirá comprender que hay sentidos significantes que nos sostienen y que, tal vez, no nos habíamos dado cuenta. Para, después, iniciar un riguroso proceso de transgresión y transformación de todas esas “verdades”. Hay que destruirlo todo, empezando por aquello que nos genera una identidad y una consciencia de sí mismo.

¡Íncipit!

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