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La alegría de la navidad

Por: Harold Mosquera Rivas

Ya van a empezar las fiestas, las fiestas de navidad y el jibarito cantando a todos nos va a alegrar. Así empieza la canción Aires de Navidad, grabada por el Héctor Lavoe y Willie Colón en el álbum titulado Asalto navideño, lanzado en el año 1970. Se destaca en todos los temas la interpretación del músico puerto riqueño Yomo Toro en el cuatro.

Recuerdo ese diciembre, cuando a la edad de 7 años, escuché por primera vez los temas Canto a Borinquen, Popurrí Navideño, Esta Navidad y el que a mi juicio es el mejor de todos, Aires de Navidad. Desde entonces, esta es la canción que a muchos salseros nos notifica la llegada de la navidad.

Ese tiempo de alegría, en que los niños llenos de ilusión en medio de la pobreza, disfrutábamos con felicidad detalles tan pequeños como la llegada del padre con una ancheta que había recibido de regalo en su lugar de trabajo. Esa noche no se dormía, pues había que esperar el momento oportuno para ir a la concina e iniciar el consumo de las golosinas de la ancheta.

Al día siguiente se abría una investigación familiar para determinar cuál de los cuatro hermanos había cometido la indelicadeza. Al final nuestros padres entendieron que, era imposible contener el impulso de cuatro niños ansiosos de golosinas que, tan solo una vez al año las tenían al alcance de sus manos.

Por esos días disfrutábamos del 7 de diciembre, el día de las velitas, compartiendo en la calle con todos los vecinos, en medio de la música decembrina, el trago de los mayores y los juegos de niños alrededor de algunos irresponsables que tenían por costumbre la quema de pólvora, hasta el día en que ellos mismos o algún inocente resultaba quemado en un accidente.

El 16 de diciembre se iniciaba la novena al niño Dios, para cada noche debíamos preparar una canción, un chiste, una adivinanza, un trabalenguas o alguna intervención ante el público, con la cual sumábamos puntos para recibir golosinas y regalos el 24 de diciembre, que era el día de cierre.

En esa fecha, por fin estrenábamos ropa y zapatos, de pies a cabeza. Jugábamos en la calle toda la noche, después de la novena, para acostarnos a dormir y esperar con emoción el regalo del niño Dios.

Al día siguiente, siempre festivo, nos encontrábamos en la calle para compartir y comparar los juguetes recibidos. Allí se complicaba la cosa, pues no había justicia en las decisiones del mesías, a los que más mal se habían comportado en el año, les traían los mejores regalos. Sin embargo, cada quien disfrutaba del suyo.

El mes terminaba con la verbena del 31 de diciembre, el segundo día de estreno, fecha en la que los mayores bebían y los pequeños veíamos la quema de los años viejos, también llamados taita puros, entre abrazos y besos de bienvenida al año nuevo.

Algunas costumbres han cambiado, pero sin lugar a dudas, sigue siendo válido el dicho de la canción de Richy Ray y Bobby Cruz: “Hay que bella es la navidad”.

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