jueves, junio 19, 2025
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Qué hacer con el abuelo

Por: Harold Mosquera Rivas

En la mayoría de las familias tarde o temprano se enfrenta un dilema muy complicado, qué hacer con el abuelo o la abuela, que, en los últimos años de su vida, ya afectados por el alzheimer , se convierten en el tema de la mesa, del paseo, de la reunión y de todos los días. Se tornan agresivos, se olvidan de bañarse, de comer, de vestirse, confunden a los hijos con sus padres, regresan a los tiempos de su infancia, cantan una y otra vez la misma canción, repiten las cosas con tanta frecuencia, que terminan desesperando a quienes los rodean, en muchos casos sin la paciencia necesaria, para entender que, es bastante probable que años después ellos pasen por la misma situación. Nadie tiene tiempo ni espacio para hacerse cargo del enfermo, en algunos casos se llega a un acuerdo para rotarse por días, semanas o meses, el cuidado correspondiente, en otros casos, se opta por buscar un hogar geriátrico o ancianato, que, a cambio de un pago mensual, casi siempre elevado para el presupuesto de la familia, que al final termina haciendo la colecta para cubrir el pago de ese servicio. ­Cuando una madre o un padre han sido buenos, cuesta muchas lágrimas tomar cualquier decisión que los aleje del hogar, el mismo que ellos construyeron durante toda una vida de labor, quizás con las cesantías y los créditos del sistema financiero que demandan varias décadas para poder pagarlos. Luego vendrán las disputas de los herederos por el destino de la casa, alguien propondrá venderla, otros reclamarán mantenerla porque no tienen otro lugar donde vivir y tal vez, termine siendo un juez de la república el que decida la suerte de la casa paterna. Esa sentencia en ocasiones termina siendo la partida de defunción de muchas elaciones familiares, pues los hermanos dejan de tratarse y hasta de hablarse, se enemistan para siempre por el desacuerdo respecto al destino de los abuelos y de la herencia. En el ejercicio profesional he conocido muchos casos de familias que terminaron en guerra por una herencia, lo triste es que, la obstinación de algunos puede llegar a ser tal elevada, que prefieren que se pierda todo, a permitirle a sus opositores salirse con la suya. Personas que pudieron dividirse de manera equitativa una herencia y pasar el resto de sus vidas de manera cómoda y sin necesidades, optaron por dejarla perder para terminar celebrando la pérdida de todos. Donde quiera que hayan terminado los espíritus de esos abuelos fallecidos, estarán lamentando el triste final de su patrimonio. Por eso, vale la pena recordar ese capítulo del Martín Fierro, en el que el protagonista da consejos a sus hijos al pedirles: “Los hermanos sea unidos, porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera.

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