jueves, junio 19, 2025
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La América mestiza

Por Diego Fernando Sánchez Vivas

Cuando aquel navegante genovés descendió de su embarcación en un amanecer de octubre de 1492 y pisó tierra americana, jamás se imaginó que ese hecho constituiría el inicio de un proceso que alcanzaría connotaciones históricas monumentales.


El encuentro de dos mundos que permitió más adelante una amalgama de culturas o mestizaje cultural, no habría de ser solamente el resultado de un error geográfico y el empecinamiento invencible de un marinero alucinado que en la Europa medieval pretendía descubrir nuevas rutas hacia las indias orientales y que fue patrocinado en su empeño por una reina de España.


Era también el resultado de un proceso inexorable que la humanidad habría de transitar en su devenir histórico. Desde entonces han transcurrido muchos años. Al decantarse el proceso que en sus inicios fue un choque violento y traumático en el que la población nativa sufrió toda clase de vejámenes y despojos, con el tiempo se fue materializando el resultado de este proceso que quedó plasmado en una cultura mestiza brillante, enriquecida por el ayuntamiento de invaluables elementos y características nativas con factores ibéricos a los que más adelante se integró el elemento afrodescendiente que fortaleció aún más el mestizaje racial y cultural de América.


Nuestra raza amerindia, descendiente de ancestros milenarios cuyo origen se remonta a los albores de brillantísima civilizaciones y culturas precolombinas, aportó un valioso legado cultural al resultado de este proceso. Aún en nuestros días nos asombran los conocimientos y organización social de muchas culturas nativas. Los científicos todavía se preguntan acerca de la exactitud matemática de sus cálculos astronómicos y de la extraordinaria precisión de sus calendarios y relojes solares, de su interesante concepción acerca de la estructura socioeconómica, política y religiosa, y del desarrollo del arte, científico y arquitectónico. Ejemplos claros de lo antes mencionado lo constituyen las civilizaciones Inca, Maya, Azteca, la cultura Chibcha y muchas otras ya desaparecidas.


De ese legado conservamos entre otros aspectos, el uso de las palabras de origen nativo, algunos rasgos del carácter, creencias, mitos y leyendas. Del viejo continente heredamos la religión, el idioma, costumbres, estilos de vida, y el sistema social y económico. De la cultura afro heredamos la fortaleza de carácter, la alegría y el entusiasmo por la vida y el ingenio prodigioso. Tal vez debamos a ese mestizaje cultural las inmensas contradicciones de todo orden que se presentan por estas latitudes, y la pléyade de escritores latinoamericanos que con su lírica y narrativa le han dado realce a nuestro continente, alimentados por esa simbiosis de caracteres distintos y diversos.


Hoy por hoy, nuestro continente busca nuevas sendas de progreso y desarrollo a pesar de sus graves problemas. Ojalá algún día se cierre la brecha entre ese norte rico, opulento y prepotente y el resto del territorio americano, separados solamente por el cauce de un río en la frontera con México.

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