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Homenaje a un gran payanés

Por Eduardo Nates López.

El jueves santo 31 de marzo de 1983, día del terremoto que destruyó a Popayán, el presidente Belisario Betancur, en su intervención nocturna en la televisión nacional, profundamente conmovido, comunicó oficialmente a Colombia su compromiso de sacar adelante el proceso de reconstrucción de Popayán. Agregó que había pedido al Ingeniero Alberto Sarria Molina que lo acompañara como asesor de ese propósito nacional. Al día siguiente, en mi condición de gerente del Banco Central Hipotecario en Popayán, me correspondió acompañar al ingeniero Sarria, en su recorrido por la ciudad. Por supuesto, el impacto que le causó a Alberto ver a su ciudad natal así, lo conmovió hasta los ojos humedecidos y la voz quebrada, en cada cuadra que lográbamos caminar entre los escombros. Recuerdo perfectamente su tristeza ante los efectos del terremoto en los inmuebles de la Universidad del Cauca, en el sector histórico. Luego fuimos a la facultad de Ingeniería Civil, donde había cursado su carrera y, por ser una edificación relativamente moderna, constatamos que los efectos sísmicos habían sido menores. Cuarenta y un años y medio después, puedo decir con franqueza que recuerdo, como si fuera hoy, que ese día conocí a uno de los genios de la ingeniería nacional y a una persona cuya sencillez ratificaba lo grande que era.

Escribo esta columna a raíz de su desaparición en el pasado mes de abril, como reconocimiento a un gran payanés y motivado por los artículos que pude conocer, publicados en un homenaje póstumo que le hicieron hace algunos días en la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de los Andes, donde fue profesor, decano, maestro, amigo, y un símbolo de sus alumnos, durante casi cuarenta años (1966 a 2004).

Para destacar la brillante trayectoria profesional del Ingeniero Alberto Sarria Molina, basta mencionar solo algunos de los reconocimientos de los que fue objeto, como: La Medalla “Julio Garavito”, máximo galardón de la ingeniería colombiana, en 1988, otorgada por la presidencia de la República; el Premio a Vida y Obra CEMEX, por sus aportes a la Ingeniería sísmica. O su pertenencia a sociedades científicas internacionales como la National Geographic Society y el Smithsonian Institute, entre otros. Fue pionero insigne de la Ingeniería Sísmica en Colombia; Publicó varios libros y estudios como: “El efecto de los terremotos en las Construcciones Civiles”, “La Acción Sísmica sobre las Obras Civiles”; “La Dinámica Terrestre”; “El Comportamiento del Concreto Reforzado frente a la Acción de los Sismos Intensos”, etc. Sus exalumnos han reiterado que “no solo era docente sino ejemplo de vida” y que fue “ese tipo de ingeniero visionario adelantado siempre a su época”, entre muchos otros conceptos elogiosos.

A raíz del terremoto de Popayán, de 1983, se empeñó en la expedición del Decreto 1400 del 7 de junio de 1984, y el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente, el cual, obviamente, ha sido sometido a actualizaciones científicas y técnicas, en la medida que los avances lo recomiendan, pero desde esa éppoca se convirtió en un requerimiento legal para las licencias de construcción que son expedidas en todo el país.

Para la remembranza de las experiencias y enseñanzas que dejó el terremoto de Popayán, y destacar los aciertos y críticas al proceso de reconstrucción, se encargó de coordinar un simposio técnico-científico en abril del año 2003, realizado en el Paraninfo Caldas de la Universidad del Cauca, con gran éxito.

Por supuesto que no voy a omitir una faceta personal característica de Alberto, que fue la finura de humor, propia de su inteligencia y su velocidad mental: El presidente Betancur, en su alocución nocturna, mencionada al comienzo de este escrito, lo anunció como “El Arquitecto Alberto Sarria” … Y a su llegada a esta ciudad, al otro día, frente a un grupo de colegas suyos, comentó que “… No aceptaba el ascenso a Arquitecto que le había hecho el presidente… Que él prefería seguir siendo el humilde ingeniero que era…”

Lamentable por demás la muerte del distinguido payanés Alberto Sarria Molina, pero su importante legado científico y personal lo mantendrá vigente siempre. Un cordial abrazo a toda su familia, a sus amigos y a sus exalumnos.

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