Por: Harold Mosquera Rivas
El gobierno del presidente Petro ha puesto a consideración del congreso de la república, de nuevo el proyecto de reforma laboral. Muchos esperan con ilusión, que, por fin, este se convierta en ley de la república. Sin embargo, el camino a recorrer es complicado, pues se trata de una propuesta muy ambiciosa, en tanto que pretende realizar demasiados cambios a la legislación laboral vigente, sin considerar el estado actual de las empresas, las relaciones obrero patronales y la economía del país. No va a ser fácil que, la mayoría del congreso, que suele tener compromisos con los grandes conglomerados económicos y que, en ocasiones atiende más a intereses particulares, termine votando en favor del proyecto. Ya se ha intentado por lo menos en dos ocasiones, sin éxito. Sin embargo, me parece que lo fundamental de la reforma laboral está en garantizar a la mayoría de los trabajadores su estabilidad laboral. Hoy la regla general son los contratos a término fijo con duración igual o inferior a 1 año, que se prorrogan de manera indefinida por décadas. Hay trabajadores que se han pensionado después de toda una vida laboral de contratación a término fijo. En un principio se propuso que, quienes contaran 2 años o más de contrato a término fijo, pasaran a término indefinido. Después se propuso que fueran 3 años, ahora estás discutiendo que sean 4 años. Los trabajadores con estabilidad laboral acceden a mejores garantías laborales en las empresas, en materias tan importantes como la jornada laboral, los incrementos salariales, ascensos y prestaciones sociales. Todo esto sin que, desde 1965 se haya promulgado una ley en procura de mejorar esas condiciones. La ley 50 de 1990 fue catastrófica para los trabajadores, por cuanto les impuso como regla general el contrato a término fijo, reglamentando incluso las empresas temporales de empleo. La ley 789 de 2002, redujo los derechos de los trabajadores con el propósito de generar empleo, en aquel entonces se habló de flexibilizar las relaciones laborales, para conseguir ese objetivo, al final, se redujo a los empresarios los costos laborales, pero no se generó empleo como se pretendía. Ahora la reforma pretende, devolver a los trabajadores la mayoría de los beneficios que fueron reducidos en el año 2002, pero al mismo tiempo se busca garantizar la estabilidad laboral, proteger el empleo rural y fortalecer las organizaciones sindicales. Todo esto es anhelado por los trabajadores y sus organizaciones sindicales, pero podría de aprobarse al tiempo, terminar con el cierre de pequeñas y medianas empresas que, en los tiempos que corren no van a poder soportar el incremento de sus costos laborales. Por ello, es necesario que el gobierno tenga una posición conciliadora en la discusión de la reforma, para que la misma se haga de manera gradual y concertada. Esperemos que, al menos la estabilidad laboral se convierta en la regla general de las relaciones laborales, en tanto que, lo demás se puede ir construyendo con el paso del tiempo.