viernes, junio 20, 2025
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El mimo de la gabardina

Manolo Gómez Mozquera – Amerika Kuenta

El doce de agosto de 1923 el pequeño Fortino Alfonso vivió un momento verdaderamente momentáneo: Era ciudad de México, en Santa María la Redonda, otrora caballerizas de Cortes, cuando al salir de la escuela, Fortino Alfonso asombrado se quedó al ver la colorida triangular carpa de un circo. Entonces vio salir expulsado como un bulto a un borracho zapatero que el mimo de taquilla, enfurecido, airado como un toro, herido por su boleta de pago, reclamaba al joven colado al espectáculo. El escándalo de la pelea atrajo a los curiosos que en círculo comenzaban a rodearlos pues el joven borrachito apenas lograba estar en pie. ¡A volar joven! ¡A volar joven! Le decía el mimo enojado por haberse colado y destruido el show con su impertinente borrachera. El zapatero, con su zigzagueante andar trataba de buscar en su bolsillo la moneda para el pago. ¡Ahí está el detalle- le respondía, ahí está el detalle! ¡Que no la encuentro! El pequeño Fortino Alfonso, asombrado por la escena, con la boca abierta, aquel doce de agosto, en el popular Tepito, entre carcajadas de transeúntes comenzó a notar que todos y todas se reían, que bajo las sombras de las carpas los leones lentamente esbozaban su sonrisa. Fortino Alfonso, asombrado, detalló como los gigantes paquidermos con su móvil trompa también reían a carcajadas, observó más allá y entre las oxidadas jaulas, los chimpancés, el orangután y dos gorilas, en el suelo se enroscaban cogiéndose la panza sin poder controlar sus risas. El zapatero en su ebriedad trataba de boxear para que el señor mimo no lo terminara de tumbar: ¡cuidado con mi gabardina!, señor, le decía en defensa de su largo trapo de embolar que sobre el hombro llevaba el joven borrachito. Fortino Alfonso sin creerlo, apenas logrando respirar, tuvo un momento de ilusión cuando aquella alegría sobrepaso la dimensión de sus oídos, comenzándole a doler la condición por un águila o un sol de aquel pobre zapatero. Al minuto la discusión se disolvió, todos callaron cuando el pito de un gendarme rompió la atmosfera alegre del instante, con la punta del bolillo fue corriendo la romería de la entrada al circo: ¡Y tú! – dijo al joven ebrio- a la cantina donde con tequila te inflan! recalcó dándole su marcial orden. El zapatero zigzagueante apenas pudo equilibrarse y con algo de respeto puso su palma horizontal sobre su frente: ¡Siempre listo en las tinieblas! ¡Como ordene mi sargento! Expresó el joven terminando de explotar en risotadas a los pocos que quedaban en taquilla. Así fue como Fortino Alfonso aquel doce de agosto llegó a la vecindad, entró a su casa y vio una torta con doce velitas encendidas: ¡Feliz cumpleaños! Le gritaron sus hermanos al entrar María Soledad Reyes Guizar “Cholita” con una enorme jarra de pulque. ¿Te estabas demorando, le dijo alistando los platos para servirles la torta, donde andabas? Así fue como Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes recordó el momento feliz de aquellos animales por el enojado mimo e imaginó al zapatero con su digna gabardina inflándose en la cantina y apagando las velitas, desde el alma, soplando dijo:

En el circo, madre.

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