martes, junio 17, 2025
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Arrancó el miedo

Por Juan Carlos López Castrillón

“El día que aquí (en Bogotá) metan un carro bomba o tengamos un magnicidio, ese día cambia la agenda político electoral y la seguridad pasa al primer lugar, mientras tanto seguirá siendo un problema regional, del Cauca y del Catatumbo”; me dijo hace unos meses en una reunión, un ilustre amigo politólogo que vive en la capital, reconocido por ser asesor de muchos políticos y gobiernos.

Y tenía la razón. A pesar de todo el drama que significa la situación de orden público en nuestro departamento, donde -por ejemplo- en un solo día (el pasado 10 de junio) se produjeron más de 14 acciones terroristas, el Cauca seguirá siendo visto lejano, como si fuéramos la franja de Gaza, pues los carro bombas no les tocaban a ellos.

Pues señores y señoras, tristemente la violencia extrema traspasó los límites de nuestras fronteras; desde hace un tiempo pasó por Jamundí, siguió hasta Cali y por ahí derecho a muchos sitios del Valle, llegando finalmente a Bogotá, con la tragedia de un intento de magnicidio.

No se sabe si el demencial intento de homicidio contra Miguel Uribe está conectado con lo que está sucediendo en el suroccidente, el tiempo lo dirá, pero lo cierto es que la agenda electoral, que estaba encabezada por temas como la corrupción y la crisis de la salud, cambió. La seguridad en cuestión de horas, escaló todos los peldaños y ahí se quedará como el tema prioritario.

Mientras tanto ¿Qué está pasando en el estado de ánimo colectivo? Las personas, además de sentirse profundamente inseguras, tienen miedo, que es el sentimiento más poderoso de los seres humanos, muchísimo más que el amor o la esperanza. Es un tema relacionado con la función cerebral primaria, es el espíritu de supervivencia.

Dicen la psicología y la sociología, que la primera reacción frente al miedo es protegerse o huir; y que enseguida se activa una cadena. El miedo, con el tiempo, termina generando rabia y luego ésta se transforma en violencia.

Habla uno con la gente en la calle y se percibe angustia y una duda enorme sobre el futuro de Colombia, especialmente en los jóvenes. Muchos de ellos creen que todo está mal. El que puede, piensa en irse. Lo dicho, tienen miedo. Y el miedo no tiene color político ni tendencia ideológica, moja a todo el mundo.

¿Políticamente qué va pasar? ¿Cómo se va a expresar ese miedo y esa rabia en las elecciones del año entrante? La respuesta es todavía una incógnita; y aquí no es aplicable la ecuación, que esta situación solo le conviene a la derecha. Para nada. Lo que va a mirar el electorado de opinión, que es el que elige al nuevo presidente o presidenta, es quién de todos los candidatos le inspira más confianza, pero por sobre todo autoridad, reduciendo esto la importancia a si es de centro, izquierda o derecha. La mayoría de la gente quiere desde ya, alguien que tenga mano dura contra el crimen y la violencia. Alguien que sea capaz de quitarle la rabia y el miedo. Alguien que lo proteja antes de huir.

Posdata: mientras la inseguridad se apoderó de nuestras calles, vías y la ruralidad, hay quienes creen ingenuamente que eso se cura plantando a los funcionarios a hacer videos de presencia en los semáforos.

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