Fernando santacruz caicedo
GUSTAVE LE BON (1841/1931), científico francés –médico, psicólogo social, físico, arqueólogo-, escribió en 1895 su célebre obra “Psicología de las Multitudes” (Daniel Jorro, editor, Madrid, 1911), donde estableció los fundamentos de la psicología de las masas y la dinámica de los grupos humanos, caracterizados por la disolución de la individualidad en la masa y la acción grupal conducida hacia comportamientos frecuentemente insensatos. Sostuvo que, unidos en multitud, los individuos pierden su personalidad, se subordinan a una “mente colectiva” que los condiciona por contagio emocional/imitación, que puede canalizarlos hacia comportamientos colectivos irracionales, frecuentemente peligrosos, en los que el líder desempeña importante rol. “En ciertas circunstancias… una aglomeración de hombres posee caracteres nuevos muy diferentes de los individuos que componen esta aglomeración. La personalidad consciente se desvanece… Se forma un alma colectiva transitoria… Entonces, forma un solo ser, y se encuentra sometida a la ley de la unidad mental de las muchedumbres” (op. cit.).
Influenciados por la “mente de masa” los individuos son incitados por la sugestión que engendra exaltación anímica y pierden su personalidad consciente dominada por el líder, quien los manipula hacia comportamientos definidos. Los humanos, “por el sólo hecho de transformarse en muchedumbre, poseen una clase de alma colectiva que les hace pensar, sentir y obrar, de una manera completamente diferente a aquélla de como pensaría, sentiría u obraría cada uno de ellos aisladamente… La muchedumbre psicológica es un ser provisional formado de elementos heterogéneos que por un instante se unen…” (op. cit.).
La moderna psicología de las masas examina los cambios comportamentales cuando las personas se aglomeran –particularmente, en condiciones de anonimato y/o en entornos sociales específicos-, a fin de entender cómo se afecta el pensamiento/acción individual en contextos multitudinarios: i- juicio crítico/capacidad reflexiva, sustituidos por acciones impulsivas; ii- supremacía del anonimato colectivo, sobre las decisiones/acciones personales; iii- comportamiento masivo, contagiado/reforzado; iv- emociones fuertes, causantes de comportamientos extremos, etc. Quien integra una multitud, “no es consciente de
sus actos… Bajo la influencia de una sugestión, se lanzará con irresistible impetuosidad al cumplimiento de ciertos actos… [E]l hombre desciende muchos grados en la escala de la civilización. Aislado, sería, tal vez, un individuo culto; en muchedumbre es un bárbaro; es decir, un impulsivo” (op, cit.).
Al respecto, asevera el connotado investigador Mauro Torres que, en circunstancias extraordinarias, los individuos congregados en multitudes hiperactivadas “se van despojando de su mentalidad moderna y pasan a una arcaica, se borra la individualidad consciente y se pasa al nómada inconsciente que yace en el fondo de todos los seres humanos” (“La antítesis de la Guerra es la Unidad, no la Paz”. (Torres Mauro. Ecoe ediciones, Bogotá, sep. 2000). Destaca que “las respuestas de las muchedumbres se dan de distinta manera, ya estén guiadas por un caudillo civilizado y sereno, ya por un líder bárbaro, desbordado por sus pasiones y compulsiones” (Ibíd.).
Personalmente considerados somos sensatos, reflexivos. Como muchedumbre somos masa en la que se imponen las pasiones intensas, la influencia social, los incentivos simbólicos –estandartes/emblemas/leyendas-, agravios, historias distorsionadas, discursos populistas, etc., sobre el discernimiento lógico, característico de las mentes racionales. La temeridad/agresividad, la seducción de los instigadores, leitmotivs, imágenes/titulares repetidas, anestesian multitudes y arrasan los razonamientos ponderados. “[L]as funciones mentales del hemisferio derecho,… de acuerdo con la profundidad de la sugestión, son fascinadoras, potentísimas, …embelesan a la multitud, la manipulan, …[L]os políticos se convierten en los hipnotizadores de los pueblos para que no piensen, pero para que se emocionen; para que no razonen, pero para que se sometan a la voluntad del demagogo; para que no analicen, sino que deliren y se conviertan en masas manipulables… seres automáticos que se entregan inconscientemente: ¡Esta es la vieja democracia!” (Ibíd.). Y, enfatiza: “Tanta oratoria, tanta elocuencia, tanta sugestión, tanta hipnosis, tantos símbolos e imágenes, tantos mitos legendarios, tanta evocación a los héroes, tanta explotación de las fuerzas inconscientes y tanto desprecio por las racionales y conscientes, tanto regusto por lo desmesurado, tanta apelación a las supersticiones de los pueblos que quieren líderes y jefes, caudillos que los dominen y manipulen para conducirlos irracionalmente a que entreguen su personalidad y soberanía…” (Ibíd.). Lo antedicho se aplica a cualesquiera multitudes extraordinarias. ¿SERÁ FORTUITO LO QUE OCURRE HOY EN COLOMBIA, CON TODA SU “DIRIGENCIA”?
Víctimas de politiqueros mendaces los Pueblos son engatusados/conducidos a las urnas/guerras, inconscientemente, conforme a los intereses oportunistas. ¿Cómo evitamos ser utilizados por maniobreros diestros? La solución está en que “todos nos convirtamos en líderes, en que los pueblos con su soberanía la hagan valer y no la deleguen a nadie… Que superemos esa vieja democracia que ha explotado esa debilidad de los pueblos que buscan un jefe, un mesías que los redima, un caudillo que los engañe, un líder que los manipule” (Ibíd.). “Un liderazgo hecho con la unidad de todos los talentos de mujeres y hombres será antídoto contra las maniobras de los profesionales de la política, que no piensan más que en ellos y en la concupiscencia del poder… ¡La moderna democracia sólo podrá alcanzarse con la unidad de los conocimientos de las mujeres y los hombres de todo el pueblo en un haz de fuerza y sabiduría que sea superior a la irracionalidad inconsciente de la vieja democracia de los demagogos y los habilidosos! Será un grandioso triunfo de la democracia legítima, sobre la dictadura democrática solapada; del progreso pacífico sobre lo primitivo” (Ibíd.). ¡PENSAR/ACTUAR AUTÓNOMAMENTE Y CONFORMAR UN LIDERAZGO COLECTIVO, SON PREMISAS IMPERATIVAS PARA ERIGIR LA DEMOCRACIA VERDADERA!