El recuerdo más nítido que tengo del 31 de marzo de 1983, es el sentimiento de desolación y de amargura de cientos de payaneses que poco después de las 8 y 13 minutos empezaron a congregarse en la Plaza de Caldas frente a la Catedral.
Popayán parecía una ciudad bombardeada. Una nube de polvo cubría todo el entorno, y ya la dimensión de la tragedia empezaba a emerger, y el estado de postración que inicialmente se había apoderado de los atribulados payaneses, dio lugar a una reacción inmediata y espontánea de solidaridad frente a la inevitable adversidad de la naturaleza, y todo el esfuerzo se concentró en rescatar a los heridos de los escombros, socorrer al semejante sin importar su condición, y levantar el espíritu de la ciudad de las ruinas y de la destrucción.
Todavía recuerdo con claridad, la interminable secuencia de movimientos que parecían ir y venir de las entrañas de la tierra cada vez con más fuerza, en 18 segundos que se tornaron eternos, recuerdo con precisión la infinita tristeza, el estupor y la congoja de muchos habitantes de la ciudad, al ver sus casas entre una nube de escombros y una densa y espesa polvareda.
Miles de historias de protagonistas anónimos, cada familia con su propio luto, su propio dolor, el de su pariente , el de su amigo, el del vecino, pero todos con una tragedia colectiva que amenazaba inicialmente con llevarse de un tajo, cientos de años de esfuerzo, sacrificio e historia común.
Hoy Popayán es una ciudad nueva. De 143 mil personas que se registraban en 1983, pasó a tener alrededor de 400 mil habitantes , lo cual se explica por la numerosa migración que experimentó la ciudad posterior al terremoto de miles de personas de los distintos municipios del Cauca, de sectores rurales del Departamento y sectores vulnerables de todo el país, atraídos por el espejismo ilusorio de las ayudas que de todas partes de Colombia y del mundo llegaban copiosamente por esa época a la ciudad, buscando oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida.
La nueva Popayán posterremoto es una ciudad más urbana, integrada por un tejido social diverso en su composición, que mira hacia el futuro con optimismo, y con la esperanza de incorporarse a la modernidad y el desarrollo de los nuevos tiempos.