Por: Harold Mosquera Rivas
A pocos días de cumplir los requisitos para acceder a la pensión de vejez, siento la emoción de aquellos trabajadores que por décadas hemos representado como abogados y que a través de los años nos han compartido su ansiedad para contar los días que los separan de ese momento que parte en dos la vida de las personas trabajadoras.
El día de la pensión. Las expectativas por cambiar muchos hábitos, en especial el de madrugar al trabajo y cumplir una rutina que en muchos casos se aprende de memoria y se llega a realizar casi como lo haría un robot. La ilusión de disponer de más tiempo para realizar aquellas actividades de la vida que nos resultan placenteras, como la tertulia con otros pensionados en un parque, el compartir y comentar las noticias del día con los amigos más cercanos, la practica de algún deporte que ayude a mantener el cuerpo sano y por supuesto el contar con tiempo suficiente para la familia.
Sin lugar a dudas, la vida después de la pensión jamás vuelve a ser la misma, habrá nostalgia, por las cosas gratas que por años alimentaron nuestras jornadas laborales, tristezas por las cosas maravillosas que se aprenden en el trabajo y se quedan escritas en las paginas de nuestra historia laboral y alegría, por empezar la última etapa de la vida, esa en la se incrementan las canas y se reducen las ganas, aquella en la que, las visitas al médico se hacen más frecuentes, cuando los alimentos deben ser bajos de sal, bajos de azúcar y bajos de grasa, cuando el consumo de alcohol debe reducirse o eliminarse y la asistencia a las fiestas ya no resulta tan placentera.
La condición de abuelos y adultos mayores, nos permite evitar muchas filas, tener puestos preferenciales y algunos descuentos. La experiencia acumulada en la vida, nos muestra como hombres sabios para muchas personas, en especial los jóvenes y los niños, pero todo ese conocimiento ya es de poca utilidad y a pesar del valor que tendría para ellos, no se ocupan de prestarnos atención, porque es de los propios errores de los que se toma nota para toda la vida. Este 2025 es el año pensional de las mujeres de la generación del 68 y los hombres de la generación del 63, ellas con 57 años y nosotros con 62.
Algunos seguirán trabajando, quizás por gusto o por necesidad, pero quienes hemos decidido reclamar la pensión y darle paso al relevo generacional, tendremos la oportunidad de hacer la transición y prepararnos para el cambio, al final del año, espero poder compartir con amigos y parientes la despedida de la vida laboral. Seguiremos asesorando a los colectivos de trabajadores y adelantando los procesos judiciales en curso, pero la relación laboral de 38 años con la Universidad del Cauca pasará a ser historia. Mientras tanto, seguiré contando los días que restan y que espero poder disfrutar con el mismo entusiasmo de los primeros.