jueves, junio 19, 2025
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Un Trump que abusa

 Donald Trump es un hombre impositivo y abusivo. No puedo olvidar cuando, según decía, le habían robado el triunfo al terminar su primer período presidencial; y desde la propia Casa Blanca arengó a un pueblo que bajo su comando había hecho reunir en los alrededores del Capitolio Nacional para que penetraran al Congreso e hicieran sentir la fuerza destructora de la masa en busca del poder, como lo estudió extensamente el premio Nobel Elías Canetti. A raiz de esto hubo un proceso, pero la astucia del actual mandatario logró burlarlo.

Trump es un hombre de vida ardiente. Hijo de un alemán, es decir inmigrante -aunque lo olvide-, adelantó estudios rutinarios y tomó el camino del financista. Fue dueño de un casino en New Jersey y tuvo otros en Atlantic City. Y enriqueció fácil, aunque habría de quebrar. Pero siguió el destino del hombre de negocios, a pesar de que pagaba pocos impuestos. Su fortuna fue creciendo y llegó a vivir en Nueva York en un rascacielos de su propiedad -que conserva-, al igual que abrió una casa en la Florida donde pasa vacaciones e invita a las gentes de negocios. Avión propio de última generación. Y ya era un millonario que seguía pagando pocos impuestos por su habilidad para presentar las declaraciones de renta. ¿Mujeres? Las tuvo todas las que quiso, escogiéndolas selectivamente entre las más hermosas.

Y entró en la política para demostrar que eso era muy fácil para él, un superdotado. Quería mostrar cómo la Presidencia de la República le era fácil por su sentido directo de decir las cosas que los demás callaban, con una locuacidad alborotada y directa. Y sí, fue presidente sin mayores esfuerzos. Conservador retrógrado, halagando a los viejos americanos que odiaban a los negros y a los latinos.

Nadie podría decir que fue un buen presidente, entendiendo por tal a los que buscan el progreso de unos pueblos pobres en los que eran los latinos, especialmente los mexicanos, los dedicados a los oficios menores de la agricultura y la construcción. Los gringos como él, no se untaban ni sudaban ni se trasnochaban buscando un simple empleo que les permitiera vivir modestamente.

Cuando perdió las elecciones frente a Joe Biden en 2020, montó la especie de que le habían cometido un gran fraude. Y se presentó en el 2024 como candidato para oponerse a la segunda postulación de aquel. Y barrió el piso con Biden, liberal de avanzada edad. Lo hizo retirar y se presentó como una alternativa disminuída la vicepresidenta Kamala Harris, a la que vapuleó y venció en todos los aspectos. La Presidencia, el Congreso y todos los estamentos sociales ahora estaban a su favor en 2025.

Él como el gran triunfador, se mostraba brutal en su gesto y acción. Como Mahoma dijo que “los que no están conmigo están contra mí”. Y amenazó con subir los impuestos que llama aranceles y que puede subir hasta en un cincuenta por ciento. O menos, según la relación con el castigado. De nada, naturalmente, sirve el estudiar que tales gravosos impuestos se trasladan a los precios de los productos en el mercado y por lo tanto, el consumo se frena y habrá un golpe terrible al comercio, que por supuesto se extenderá a todo el planeta. Eso, ya de por sí, es más grave que una pesadilla. Es una depresión.

Pero dizque busca la paz, y sus insinuaciones son órdenes, entonces expresa que hay que desalojar por los musulmanes el territorio de Gaza para reubicar a éstos en otros lugares. Propuesta inaceptable por éstos que hará por el momento imposible esa paz que el mundo reclama.

En el caso de Rusia, que invade a Ucrania y la ataca y combate solo porque su presidente Selensky, para mayor seguridad en la invasión que se veía venir, ofreció hacer parte de la Otan o Unión Europea. Eso debe ser un seguro del derecho internacional, que busque la paz verdadera. Pero Trump hace reunión con Rusia sin invitar a Ucrania, en una actitud de desprecio inconcebible. Y cuando el pundonoroso Selensky protesta, lo insulta y le dice dictador y maltrata a la población, sin contar para nada que el primer país del este europeo fue Ucrania, de donde nació Rusia.

Nada bueno se ve venir, sin contar conque, por odio al señor Petro, los colombianos ya hemos perdido algunos auxilios que recibíamos de Usa y seguramente habremos de perder otros, incluso los que tienen que ver con la persecución de la droga y la certificación. Hay, pues, un porvenir oscuro con el señor Trump, poderoso como si fuera aquel lejano Ramses II, faraón de Egipto que reinó, según lo dicen, sesenta y seis años. Aunque de cierto se puede decir que los tiempos cambian y ya no le alcanzan. A Trump.

 

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