Silvio E. Avendaño C.
De 1989, en el momento de la caída del “socialismo” real, no sólo hemos pasado a una nueva crisis en la vida político y social. A partir de entonces la expectativa con la publicación El final de la historia y el último hombre, de Francis Fukuyama (1992). “Si al final del siglo XX tiene sentido que hablemos de nuevo de una historia direccional, orientada y coherente, que posiblemente conducirá a la mayor parte de la humanidad hacia la democracia liberal.”
En este nuevo tinglado, el fundamentalismo del mercado se une con la democracia del voto. El proceso democrático se convierte en un campo de inversión por parte de los grupos poderosos, apoyados en los medios de comunicación (radio, prensa, TV…) para garantizar la democracia del voto. Años después en 2009, el problema de la pobreza, el crecimiento indiscriminado de la miseria, no desaparecieron. En lugar de la tesis del fin de la historia lo que vino fue un descalabro. La res pública se debilitó pues la privatización se vuelve política de Estado y, la transferencia de alimentos a las multinacionales agrarias cambia la distribución de la agricultura en el globo. El desmonte de la economía social, junto con el crecimiento del desempleo y la marginación de sectores, que crecen en la pobreza, son la muestra del “nuevo orden mundial”.
Visto desde el presente, 2025, se ha llegado a que el mundo no es unipolar. China crece y, Rusia se ha fortalecido. La crisis de la hegemonía afecta a los Estados Unidos. No tiene amigos sino clientes, negocia con cualquier tiranía o “democracia”. Tiene control de las vías marítimas, bases militares, y comunicaciones electrónicas en todo el globo. De ahí la disposición a escalar hacia el conflicto militar. A lo que hay que añadir el elemento del poder de los Estados Unidos que se sustenta en estar a la cabeza de las revoluciones industriales y tecnológicas. A principios del siglo XX, la industria se erigió en la electricidad, el petróleo y el caucho…Y, la economía en sus cuatro elementos: producción, distribución, mercadeo y el consumo en cualquier lugar del planeta. Ahora bien, cuando se debilita la economía estadounidense, porque el mundo ya no es hegemónico, entonces, viene la lucha para recuperar la unipolaridad. Y, nada de Derechos Humanos.
La cuestión es como los países se pliegan, como se pudo, ver no hace mucho ante el hecho de que el presidente no aceptara a los inmigrantes, expulsados encadenados… La no aceptación de tal hecho armó el escándalo y rechazo. Alguien, no recuerdo quien, manifestó: “Con la economía no se juega.” En otras palabras, por estos lados tampoco interesan los derechos humanos.