jueves, marzo 13, 2025
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De la libertad de prensa

CARLOS E. CAÑAR SARRIAcarlosecanar@hotmail.com

La libertad de prensa es condición fundamental de los regímenes democráticos y la piedra en el zapato de las dictaduras y de aquellos que orientan sus vidas en perjuicio de la comunidad. También es apoyo para quienes centran sus esfuerzos en la construcción de una sociedad más equitativa, más justa, más libre y mejor distribuida.

Resulta preocupante la escasa circulación de periódicos en todo el mundo. Entre otras razones, la falta de credibilidad de la prensa escrita ha hecho que la gente desestime este importante medio de expresión. La carencia de un periodismo investigativo, la manipulación permanente, las falsas informaciones, el deseo vehemente de promocionar intereses políticos y económicos por parte de los medios escritos en el mundo, está validando la pérdida de legitimidad de los mismos.

En Colombia, el Artículo 20 de nuestra Carta Polìtica “garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación”.  Estima, además, que no habrá censura y se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. En otros términos, se trata de la consolidación  de una prensa libre y responsable.

Sin embargo, vale la pena destacar que algunos medios, en aras de la libertad de prensa,   cometen excesos y desmanes cuando la información y la opinión, al igual que la falta  de objetividad van en detrimento de personas, grupos  e  instituciones. Si bien es cierto que existe el derecho a la réplica, los medios y los periodistas  deben ser  màs prudentes en los contenidos para no verse involucrados en dificultades. No se trata de promover censuras ni trabas a la libertad de prensa. Por fortuna en Colombia, a pesar del estado de crisis actual, consuetudinariamente ha primado un periodismo serio y responsable. De gran contenido y compromiso social, de denuncia  de corruptos y deshonestos, en contra de quienes perturban la tranquilidad y bienestar público, lo cual  no ha dejado de ser molesto a aquellos que se sienten referenciados o aludidos y que en últimas se traduce en un preocupante clima de intolerancia que ha hecho del ejercicio del periodismo, uno  de los oficios   con mayores riesgos.

Cuando los medios y los periodistas acogen la modalidad de orientar la  información y la opinión en defensa de intereses mezquinos de grupos, individuos e  instituciones en detrimento del bienestar general de los asociados, se hace mucho daño a la libertad de prensa y a la democracia. Cuando periódicos y columnistas, sin imparcialidad en el manejo de la verdad,   se convierten en voceros de los partidos, de políticos, politiqueros y de cualquier sector o grupo con apetito de poder con el propósito de conseguir adeptos, pautas publicitarias o algún beneficio personal presente o futuro, se degrada la profesión u oficio   y  se lesiona la libertad de prensa.

El papel de los columnistas resulta relevante, cuando quienes ejercen la opinión, se convierten en veedores de las cosas buenas, malas, deseables o inconvenientes que acontecen en la sociedad, bajo criterios subjetivos pero sin enajenar la verdad.

No es de buen gusto- reiteramos- convertir las columnas  de opinión en tribunas electoreras y en espacios para la adulación. La adulación pordebajea al columnista. Los funcionarios públicos deben ser valorados en sus justas proporciones. Tampoco  se trata  de subvalorar a  aquellos cuyas posiciones, cargos  y acciones, impliquen ser objetos de opinión pública ,   simplemente porque no nos simpaticen. Ojalá que con el mismo ímpetu con el que criticamos los errores y debilidades, lo hiciéramos cuando se trata de los logros y fortalezas.

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