jueves, junio 19, 2025
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Las promesas rotas del gobierno en el Cauca

Por: Juan Camilo López Martínez

Profesor facultad de derecho y ciencias políticas – Universidad San Buenaventura

El Cauca sigue siendo testigo de las promesas incumplidas del Gobierno Nacional. Esta semana quedaron al descubierto dos de los mayores compromisos que el Ejecutivo había hecho con la región y que, a pesar de la esperanza depositada por la ciudadanía, terminaron siendo palabras al viento.

La primera de estas promesas fallidas es la pacificación de El Plateado, en la región del Micay. Desde el inicio del actual gobierno, se vendió la idea de que la “paz total” traería soluciones estructurales a este territorio, históricamente dominado por grupos armados ilegales. Pero la realidad ha sido otra. A pesar de la Operación Perseo, que pretendía recuperar la zona, la población sigue viviendo en zozobra, bajo la constante amenaza de los actores armados que nunca se fueron del todo.

El Consejo de Ministros de esta semana, que fácilmente pudo ser un show televisivo más, confirmó lo que ya sabíamos: no hubo una intervención integral en la región. Entre los pocos que se atrevieron a decir algo con seriedad, el ministro de Defensa, el cual reconoció, palabras más, palabras menos, que solo hubo una acción militar sin un plan coordinado entre sectores. No hubo inversión social, ni estrategias para el desarrollo, ni políticas sostenibles de seguridad. Una operación militar, sin más. La misma historia de siempre, solo que ahora con la máscara de un gobierno que prometió hacer las cosas distinto.

El segundo golpe a la confianza de los caucanos fue la confirmación de que la doble calzada Popayán-Pasto no tiene recursos asegurados. Se nos vendió la idea de que este gobierno apostaría por la infraestructura en el suroccidente del país, pero la verdad es que no hay dinero para ejecutar el proyecto. Lo único que existe es un borrador del pliego del proceso, sin el respaldo presupuestal necesario. Los pliegos definitivos no pueden publicarse sin la aprobación del CONFIS, y hasta el momento, ni la plata ni la voluntad política han aparecido.

Esta doble calzada no es solo una promesa de campaña; es una necesidad histórica para el desarrollo del Cauca y Nariño. Sin ella, el comercio, la movilidad y la seguridad vial siguen siendo un problema grave. La falta de recursos para su ejecución solo refuerza la sensación de abandono en una región que, paradójicamente, fue una de las que mayor respaldo electoral le dio al presidente.

El Cauca sigue esperando. Esperando que las palabras del gobierno se conviertan en hechos. Esperando que la paz no sea solo una consigna de discursos bien elaborados. Esperando que las obras de infraestructura no se queden en borradores sin fondos. Pero, sobre todo, esperando que algún día el gobierno entienda que no se gobierna solo con promesas.

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