Inicio OPINIÓN Juan Manuel Rincón Heroínas de ayer, líderes de hoy y faros del mañana

Heroínas de ayer, líderes de hoy y faros del mañana

Por Juan Manuel Rincón

Hay momentos en la historia en los que la voz de la justicia se alza, no como un grito de batalla, sino como un himno, elegante, suave, inquebrantable e imposible de silenciar. Esa melodía durante siglos ha sido interpretada por mujeres. Mujeres que se atrevieron a soñar con un mundo transformado por la compasión, la equidad y un compromiso inquebrantable con la humanidad. En este Día Internacional de la Mujer, expreso lo orgulloso que me siento por el legado luminoso del liderazgo femenino que sigue inspirando y transformando el destino de las naciones y el alma de las culturas. Como hombre, me siento admirado ante su visión y su coraje sin límites. Es un privilegio ser testigo de una fuerza adornada con empatía, de un poder templado por la ternura y de revoluciones encendidas por el amor.

Cuando pienso en las mujeres extraordinarias de América Latina, la figura de Eva Perón se alza como una marea imparable, suave, pero feroz; maternal, pero incansable. Evita fue más que una líder política; fue un símbolo, un latido latente, un apoyo sincero para los miles de marginados que aún siguen sufriendo en las calles de la otrora potencial Argentina. A través de sus palabras y acciones, abrazó a aquellos olvidados “descamisados” e iluminó sus luchas con una pasión que trascendió el ámbito de la política. En ella, el país austral encontró no sólo una dirigente, sino una luz, una mujer cuya fortaleza residía en su capacidad de amar con fiereza y luchar sin disculpas, un legado que hasta el día de hoy es irremplazable.

Actualmente en la gran nación mexicana Claudia Sheinbaum lleva esa misma antorcha de poder transformador. Una científica convertida en estadista, encarna la rara fusión de intelecto y empatía. Bajo su liderazgo, los ideales de justicia social e igualdad dejan de ser aspiraciones abstractas y se convierten en realidades tangibles tejidas en la vida cotidiana de la gente a la que sirve. En su determinación serena y sus principios inquebrantables, veo la forma de un futuro progresista, esculpido con sabiduría y guiado por la compasión.

Cómo representación caucana y afrodescendiente, Francia Márquez se erige como un símbolo de resistencia y dignidad, su voz en defensa de quienes han sido silenciados durante siglos está en crescendo. No podemos olvidar a las heroínas de la independencia latinoamericana, mujeres como Policarpa Salavarrieta, cuya valentía y sacrificio se convirtieron en una piedra angular en la lucha de Colombia por la libertad.

Desde el continente africano, vibra el legado del liderazgo visionario de Ellen Johnson Sirleaf quien demostró al mundo cómo la fuerza maternal y la sabiduría política pueden guiar a las naciones hacia la paz y la prosperidad. También la brillantez narrativa de Chimamanda Ngozi Adichie ha llevado las luchas, los sueños y el orgullo cultural de su pueblo al escenario global con una elocuencia sin par.

Hitos femeninos que no se pueden omitir son la visión multipolar y la audaz creatividad de Catalina la Grande y la brillantez diplomática de la actual portavoz del gobierno ruso María Zajárova quienes reflejan la fuerza y visión que siguen moldeando el curso de una nación líder y próspera, el brillo perdurable de la poeta Anna Ajmátova que desafió las convenciones, abriendo espacios de iluminación y expresión contra toda adversidad. Y las palabras intemporales de Marina Tsvietáieva que continúan inspirando generaciones con su valentía y gracia.

Las artes, también, han sido transformadas por el genio de las mujeres. La voz literaria de la Premio Nobel Gabriela Mistral y la creatividad revolucionaria de Frida Kahlo han dado forma a la identidad cultural de América Latina, sus obras siguen sirviendo tanto de espejos como de martillos, reflejando la realidad latinoamericana que se transforma. En Colombia, la poesía sobrecogedora de María Mercedes Carranza captura el alma de la nación, la música etérea de Totó la Momposina preserva y eleva el rico patrimonio cultural del país y el ejemplo de la maestra Teresita Gómez, quién a través del talento y la perseverancia ha enfrentado el racismo siendo una figura a seguir para las niñas y jóvenes que encuentran en la música y en las artes un camino de superación y lucha de sus derechos.

Lo que une a estas mujeres extraordinarias no es sólo su género, sino su compromiso inquebrantable con la justicia y la humanidad. Nos recuerdan que el verdadero liderazgo no se define por la dominación, sino por el servicio; no por la autoridad, sino por el altruismo. Sus ideales reformistas, tan a menudo malinterpretados, encarnan los valores humanos más profundos: la solidaridad, la justicia y el amor.

En este día de conmemoración y reflexión, ofrezco no sólo mi admiración, sino también mi gratitud. A estas mujeres y a las incontables otras que lideran con amor y luchan con gracia a nuestras madres, abuelas, hermanas, tias…

Gracias por mostrarnos un tipo diferente de poder. Gracias por recordarnos que el futuro pertenece a quienes se atreven a soñar con un mundo más justo y compasivo. Y gracias por hacernos a todos – hombres y mujeres por igual – mejores por ser la luz a través de su ejemplo.

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