Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
Precepto.
Es importante transformar el impulso vital de la acción, hacia el deseo superior por la idea. Que el impulso, el deseo y la idea sean la unidad trascendental de la existencia.
Hay tres elementos importantes de la existencia, que son: el impulso, el deseo y la acción. El impulso se transforma en deseo, y el deseo en acción. El problema es cuando estos no hacen posible una evolución integral de la consciencia del individuo. ¿Por qué? ¿De qué forma el impulso, el deseo y la acción no permiten la evolución? La respuesta es que el impulso, el deseo y la acción deben enfocarse y proyectarse hacia la creación de la idea o de la consciencia ideal de la existencia.
En el impulso hay una fuerza que está muy relacionada con la garantía de la supervivencia del individuo y de la especie. Aquello que impulsa quiere que la existencia persista. Pero esto no garantiza la evolución, porque evolucionar no quiere decir “persistir” sino transformar. ¿Transformar qué? Las condiciones de la existencia misma. Es por esto que el impulso debe transformarse hacia el deseo de la transformación.
El deseo también es una fuerza que mueve la existencia del individuo. La pregunta es: ¿hacia dónde mueve el deseo? ¿todo deseo implica una evolución de las condiciones existenciales del individuo? ¿todo deseo es un “deseo de lo mejor”? Ese es el punto, que no todo deseo implica un anhelo de mejoramiento. Hay un gran margen de la fuerza deseante que también redunda con la supervivencia de la existencia. Por eso es necesaria una transformación de la fuerza deseante, de modo que se pueda desear una transformación hacia lo mejor.
El impulso hay que transformarlo hacia el deseo de lo mejor. ¿Qué es lo mejor? Lo que hace posible el despliegue integral de las fuerzas del individuo, y lo que permite la creación de nuevas fuerzas superiores.
Esa es la importancia de la acción: la acción fundamental de la existencia es la transformación integral de la existencia. Pero para que esto sea posible, se requiere primero la transformación del deseo mencionada. El “deseo de lo mejor” impulsa e inspira una acción transformadora. Hasta que esto no acontezca, las acciones van a carecer de la fuerza vital que se requiere para la dignificación de la existencia y de la consciencia correspondiente.
¿Qué es una acción superior? Es el impulso deseante hacia el anhelo de una transformación integral de la existencia.
Pero lo anterior sólo es posible si se logra la creación de la idea. ¿Qué es una idea? ¿qué es el anhelo por lo ideal? Lo primero que se debe afirmar es que la idea sólo es posible como el ejercicio de creación de una consciencia. Una idea implica y requiere esas tres características: un ejercicio interno, una acción creadora y la apertura de una consciencia.
Un ejercicio interno es un proceso mediante el cual es posible un conocimiento de sí del individuo. Un ejercicio es una ascesis y una potenciación: una ascesis porque ejercitarse es eliminar de sí todo lo extraño y lo que se impone desde un poder exterior; y una potenciación porque el ejercicio sobre sí mismo permite tomar distancia de todo lo que no permite una afirmación de la individualidad. Pero la concepción de “ejercicio” también implica la afirmación del juego absoluto de la existencia.
Sólo desde el ejercicio como una afirmación existencial es posible el despliegue de una acción creadora. Crear es hacer posible la emergencia de lo nuevo y de lo impensable. Crear es hacer posible lo imposible y lo inaudito. Pero la creación de lo nuevo no quiere decir la creación de lo diverso, sino de lo diferente y lo superior. La existencia se potencia cuando se crean nuevas y superiores formas de la consciencia.
La ejercitación interna y el despliegue de la potencia creadora permiten la apertura de nuevas y diferentes formas de la consciencia. ¿Consciencia de qué? De sí mismo, de los otros y de la posibilidad de la creación de nuevos niveles de lo real.
Lo anterior (ejercicio de sí, creación y consciencia) permite la emergencia de la idea o del anhelo de lo ideal. Entonces ahora sí: ¿qué es la idea? Es la consciencia de sí y de la totalidad como posibilidad infinita de creación de una existencia superior. La idea hace posible la creación de una existencia digna.
Una idea tiene, además, estas características: es universal, necesaria y constante. Universal por la consciencia del todo, necesaria porque afirma la transformación como lo que apertura hacia lo nuevo y lo diferente, y constante porque las ideas también evolucionan, siempre se requieren nuevas y mejores ideas que potencien el devenir existencial del individuo.
De esta forma se puede lograr la unidad del impulso, el deseo y la acción, en tanto estos puedan crear el anhelo de lo ideal, que, a su vez, permiten un ejercicio interno desde el que se crea una conciencia de la totalidad. La idea es una poética de lo superior.
Práctica de desencanto:
Aprender el arte de tomar distancia de todo lo que nos inspire y haga posible el anhelo superior por lo ideal.
Práctica de dignificación:
Asumir la existencia como un proceso continuo e infinito de creación de lo superior, desde la afirmación de la idea.
¡Íncipit!