Por: Alejandro Zúñiga Bolívar, El Liberal.
La reciente divulgación de una imagen de quien, al parecer, es Iván Mordisco, uno de los cabecillas más buscados en Colombia, ha generado una mezcla de incredulidad e indignación. En la imagen publicada por el presidente Gustavo Petro, se muestra al guerrillero “en huída”, mientras el Estado afirma estar en proceso de georreferenciar sus movimientos para su eventual captura. Pero, ¿cómo puede la publicación de estos seguimientos ayudar a capturarlo? Es una pregunta que muchos nos hacemos.
La lógica detrás de las operaciones de inteligencia y la captura de criminales de alta peligrosidad se sustenta en el sigilo y la sorpresa. Cada vez que se publica una imagen o se hace una declaración pública sobre el seguimiento de un objetivo, el elemento más valioso de la estrategia, la discreción, se pierde. El Estado está, prácticamente, advirtiendo al enemigo de sus movimientos, facilitándole la evasión.
La gran pregunta que muchos se hacen es: ¿Por qué, si había la oportunidad de capturarlo, no se hizo? ¿Por qué, en lugar de asegurarse su detención, optaron por mostrarle al país una imagen de su supuesta huida? Estas decisiones generan desconcierto, sobre todo en un contexto donde el país sigue esperando acciones concretas contra quienes han sembrado violencia, terror y muerte en regiones como el Cauca.
Las operaciones militares más efectivas, aquellas que han logrado abatir o capturar a líderes de grupos armados, se caracterizan por el secreto absoluto. No hay margen para la vanidad ni para alimentar el espectáculo público. Las imágenes de seguimiento y las declaraciones de monitoreo, lejos de fortalecer la seguridad, pueden comprometer la efectividad del operativo. Publicar movimientos de inteligencia es advertir al enemigo y, probablemente, hacerlo más esquivo.
Esperamos, sinceramente, estar equivocados. Esperamos que esta estrategia no termine jugando en contra del propio Estado, que su capacidad operativa no se vea comprometida por un mal cálculo. Lo que está en juego no es solo la captura de un guerrillero, sino la confianza en las instituciones y en su capacidad para hacer frente a quienes han desangrado el país. La captura de Iván Mordisco, un objetivo prioritario para las fuerzas de seguridad, no puede ser un tema manejado a la ligera.
La oportunidad de haberlo capturado ya pasó, pero aún hay tiempo de corregir el rumbo. Si en los próximos días se logra la captura de Iván Mordisco, será un triunfo que todos celebraremos. Pero hasta que eso ocurra, el Estado debe aprender que en estas batallas, el silencio es más efectivo que cualquier imagen o declaración pública.