Por: Sebastián Silva-Iragorri
Las mayorías de declaraciones, memoriales, constancias, no funcionan, quedan allí, como un registro histórico, como simples llamados en espera de respuestas, que se dan a veces, en ocasiones hasta generaciones y siglos después, pero creo que van formando parte del acervo de cada época y ayudan para ir configurando criterios, culturas y tomas de conciencia, así sean demoradas. En el plano regional y local son largos los despachos que contienen estas clases de memoriales, allí reposan y pasan de la mano de muchos funcionarios hasta que de pronto, a veces, hasta por intereses personales, surge una acción, una respuesta. Entonces se hizo necesario simplificar los asuntos bajo el criterio de derechos de petición, reglamentados, con plazos y otras formalidades. Se consagró también en las normas las acciones populares y de cumplimiento y estas han logrado algunos importantes resultados en especial cuando se activan por incentivos económicos de los accionantes. Algo se va progresando y obteniendo en cultura de cumplimiento.
El Memorial de Santa Elena por el Conde de Las Cases, es un ejemplo positivo de logros y reivindicaciones históricas. Tengo un ejemplar heredado y tiene fecha de 1897 de París de Garnier, hermanos y libreros, editores. Es algo fantástico, mi padre que lo había heredado también siempre me recomendó leerlo. Tenerlo en mis manos y repasarlo una y otra vez en sus más importantes capítulos es una de las aventuras históricas más profundas e instructivas. En el tomo primero que es el único que tengo, empieza con una advertencia de los editores “El Memorial de Santa Elena fue la primera voz que se levantó en favor de Napoleón después de su caída” “Para formarse una idea aproximada del mérito que hubo entonces en acometer esta empresa, basta tener en cuenta las dificultades de la época: la intolerancia del partido triunfante, el menosprecio a la causa vencida, los perjuicios y las censuras amontonadas contra una potencia derribada”. ¿200 años después no les parece algo similar a lo que nos está ocurriendo en Colombia?
Así sucede con pensamientos, escritos, ideas lanzadas al aire o impulsadas por organismos que tienen su propia energía y participan y transmiten criterios con ecos mundiales. Cuando un escrito penetra en la mente del lector y lo conmueve se ha logrado acelerar una transformación y esa transformación marca etapas históricas que van logrando los grandes avances de las sociedades. Creo que ese Memorial de Santa Elena fue como una palanca que puso en movimiento fuerzas que estaban opacándose en el panorama histórico de Francia. La reivindicación de Napoleón nos lleva a situarlo en la historia como un conquistador que prolongaba su imperio con base a territorios anexados después de batallas ganadas con estrategias que mantenían su prestigio y producían el ascenso de su poder afincado en sus grandes generales formados a la sombra de sus conocimientos militares. Ese Memorial funcionó en su momento y logró acciones y movimientos que cambiaron gran parte de la historia francesa.
Cuando leo en nuestra Patria cientos de proclamas, de toda clase y sobre temas de tanta variedad e importancia, quisiera que tuvieran respuestas integrales. La Nación tiene que denunciar que no se puede seguir tolerando la deforestación y la siembra intensiva de coca. Ya el mundo quedó advertido, estamos inundados de coca y somos el primer País en producción de cocaína. La Cumbre de la biodiversidad se encontró con esa desconsoladora noticia, el informe de Naciones Unidas sobre la superproducción de coca y por lo tanto de deforestación. La otra denuncia es sobre la guerra que parece estar llevándonos a una crisis de la paz que parece alejarse en el horizonte de las esperanzas. Ya es hora de colocar líneas inamovibles, propósitos de ejecución inmediata, carácter en las decisiones y cumplimiento del mantenimiento del orden y la seguridad.
Podrían hacerse muchas proclamas más, pero lo esencial es que funcionen, que sean los motores del verdadero y auténtico cambio que hoy anhela la mayoría nacional.
