Por: Sebastián Silva-Iragorri
Escribo estas palabras el domingo día del padre y lo hago con el ánimo de acertar en los análisis y en los consejos a recomendar. Hay nubes oscuras en el panorama, pero estoy seguro, que todo el firmamento se va a ir aclarando. Colombia ha pasado por muchas batallas y la marcha del silencio en todo el País ha creado un símbolo de victoria, entusiasmo, decisión, valor y optimismo que pudimos derrochar todos los marchantes con la única esperanza de ver a nuestra Patria libre de violencia y con la ilusión de un pronto regreso al camino de su libertad, su democracia y su progreso. El sábado presenciamos a través de Fox News la gran parada militar realizada en Estados Unidos para conmemorar los 250 años de su ejército. Himnos, soldados, aviones, tanques, simbolizaron la historia de un ejército con muchas gestas victoriosas y por sobre todo valeroso y heroico. Estas marchas despiertan a los países y hacen sentir a sus ciudadanos orgullosos y honrados con las tradiciones de valerosos hombres que conforman uno de los más esenciales pilares de la institucionalidad.
El vigor por defender la democracia es contagioso y el mayor ejemplo lo dieron las mujeres protegiendo los valores de su Patria con un coraje brotado de lo más profundo de sus almas. Fue muy emocionante cuando hace varios días, tanto en Bogotá como en Medellín y Popayán, dignas mujeres se enfrentaros a cabecillas de los bloqueos y los increparon con tal entereza que estos no tuvieron otra alternativa que retroceder y ceder en sus perversas intenciones. Mujeres como Janeth, Mabel, Beatriz, reconfortan el espíritu y nos dan el aliento necesario para mantenernos firmes en el logro del noble objetivo de la Paz.
Existe intenso rechazo por los atentados, como el perpetrado contra Miguel Uribe, las manifestaciones violentas y el bloqueo de las labores ciudadanas. Por eso sin distingos marchó Colombia este domingo 15 de junio con el clamor del silencio y con los corazones unidos por la esperanza. Podemos discrepar, tener distintas ideologías, posturas diversas ante la realidad, la política, los temas sociales y económicos, pero todo lo podemos tramitar por canales pacíficos y con fortaleza de ánimo. Creo que Miguel Uribe se va a recuperar y esa señal divina va a fortalecer nuestros espíritus y agrandar la fe en los ideales. Las nubes negras que se han venido estableciendo en Colombia se van a disipar. He visto un gran movimiento de opinión en los sectores legislativos y judiciales en defensa de la institucionalidad, en respaldo al Estado de Derecho, en sustento de la legalidad y la separación de poderes, en soporte a los procedimientos constitucionales y algo muy reconfortante, observar unión sobre todos estos altos propósitos. La lealtad no solo es hacia la familia, la amistad, la autoridad, las esencias de la nacionalidad, sino que debe ser también a los principios, a los ideales y a los valores tradicionales que son los cimientos de la organización estatal. De una vez tenemos que ir registrando las calidades que debe tener nuestro próximo mandatario. Tiene que ser una persona de carácter, no se puede elegir a timoratos, ni a complacientes ni a dubitativos. Hay que cumplir una labor titánica, corregir a fondo, unir, crear y reformar sin dudas ni vacilaciones. Las mayorías nacionales lo acompañarán con abnegación y diligencia. Ese nuevo mandatario debe tener una visión real de las graves situaciones de inseguridad, desempleo, falta de inversión productiva y economía mal calificada que va a heredar y que exigirá sacrificios de todos, en una alianza de fortalecimiento y reasignación de procedimientos y acciones tendientes de manera rápida y eficaz a mejorar la economía, los proyectos energéticos y todos los elementos que signifiquen recuperación social, política y empresarial acelerada y sostenible.
El domingo en las multitudinarias marchas, espontáneas y sin costo, se señaló el camino a seguir en las próximas décadas para conseguir la paz, el progreso, la fraternidad y la justicia social.