HORACIO DORADO GÓMEZ – horaciodorado@hotmail.com
Si no nos reconocemos nosotros mismos, ¿Quién podrá hacerlo? Solo los espejos lo hacen. Ni la cultura, ni en vida se valora al auténtico periodista. En cambio, los periodistas se apropian de los personajes hasta volverlos célebres. Acomodan o desacomodan a los funcionarios volviéndolos públicos. En “LocoColombia”, los personajes se colorean, se transforman en ese estilo tan nuestro para cumplir la labor importantísima dentro del marco de las comunicaciones.
Con algunos días de diferencia marcharon hacia la eternidad, Cate Campo y Román. Cero y van dos, ¡cuánta falta hacen en Popayán! Hoy, Ricardo Román Sánchez, habita la casa del Padre eterno. Estas líneas a manera de homenaje, evocando su humor periodístico que nos hacía más llevaderos los momentos más difíciles. Román, dueño de un periodismo satírico, incorporando a sus escritos el humor. Se había constituido en una autoridad periodística en la ciudad para criticar y burlarse con adjetivos calificativos, que siguen siendo noticia de primer orden, “el turimbistumbis”. Lastimosamente esas noticias malas no paran. Durante su existencia confrontó, más que dificultades técnicas, las vicisitudes financieras para salir a la luz pública. Incidencias que siguen siendo las mismas.
Ricardo Román, sin dejarse arrastrar por ese torbellino inmisericorde de las contiendas políticas, caminaba la ciudad con paso lento averiguando la noticia que no faltaba. Lo que no encontraba era la financiación, porque no se ahorraba en sus sarcásticos comentarios contra la incompetencia e inmoralidad en ese foco canceroso de algunos funcionarios públicos y privados. Hoy no hay quien llene ese vacío para satirizar las “riñas de gallos” entre funcionarios del gobierno; el fastidio, la modorra pueblerina, la pacatería de las costumbres en medio de los desfiles religiosos. Ricardo, concurría a todo este ajetreo alborotado con una prudente y silenciosa distancia. Pese a su código tácito de periodista, se entrometía en la política y en la cosa pública local. Fustigaba los hechos, con un arsenal de frases y sentencias, comprometiéndose y enfrentándose al ilimitado universo de circunstancias que le dieron fama a su periódico “La Nigua”, que era el ojo vigilante del alma de los payaneses; que, picaba y rascaba dejando una sensación agradable entre sus lectores. Era pues, el periódico del pueblo de Popayán para la reflexión e información de lo que nos estaban haciendo con el abuso del poder político y económico. “La Nigua” era libre, era el ojo visor del alma de los payaneses. Picaba dejando roncha en unos y, en otros, una sensación agradable. “La Nigua”, era la voz de los oprimidos, un trabajo contracorriente de los desapercibidos. Era un informativo para reflexionar sobre el quehacer diario, cuyo objetivo era representar una realidad mediante una parodia o exageración. En fin, era el periódico del “Pueblo de Popayán”. Ricardo, representaba la tuerca que apretaba ante el abuso de ese juego complejo de la política que afecta a todo el mundo. Enfrentaba dilemas de ética periodista al revelar que los festejos para los periodistas en su día, por la complicidad entre empresas y gobierno que debajo del agasajo se ocultaba.
La pluma de Ricardo Román con imaginación, era única, genuina, porque, definitivamente había escogido la carrera de su vida. Periodista viene de periódico y, periódico proviene de período. Así que durante el período de vida que pasó Ricardo, fue el mejor momento, vislumbrando su existencia con nuevos sentidos, sin doblegarse por mirar el norte. Hoy, está en el período eterno, contemplando las nubes, buscando allí, un acontecimiento que le permita hacer un buen artículo o un buen reportaje para poner el grito en el cielo.
Civilidad: Con cariño y gratitud, abrazo fraterno a la esposa, hijos y demás familiares del periodista Ricardo Román Sánchez, recordado por su dedicación y valiosa trayectoria en el periódico “La Nigua”