HORACIO DORADO GÓMEZ – horaciodorado@hotmail.com
En Popayán sufrimos un castigo eterno, por cuenta de esas busetas viejas, feas destartaladas, contaminantes, ruidosas y, de ñapa, peligrosas. La ciudad ya no soporta el tremendo caos del transporte público colectivo. Pequeños propietarios de las cuatro empresas participan de las tremendas condiciones para disputarse los pasajeros, rodando afanosamente por la “Ciudad Blanca”. Chimeneas ambulantes, vomitan gases contaminantes, ennegreciendo de hollín sus muros y los pulmones de los habitantes. En el año 2009, se creó una empresa para construir un futuro más sostenible, repensando como nos deberíamos mover. Hoy, esa ilusión, es una decepción para miles de ciudadanos. Abrigamos la esperanza de revertir ese fracaso. En que moverse dentro de la ciudad, debería ser una decisión de verdaderos empresarios del sistema de transporte accediendo a una profunda reestructuración. Adquiriendo un nuevo parque automotor con la implementación de medidas que mejoren la eficiencia y la seguridad para brindarle a Popayán, un transporte eficiente, confiable y digno de sus ciudadanos. La transformación hacia un sistema de movilidad sostenible es necesaria; pues, garantiza múltiples beneficios para corregir no solo salubridad pública, sino también, proteger el medio ambiente. Desde años atrás, se ha evadido el cumplimiento de políticas de modernización del parque automotor de servicio público colectivo. La legalidad y el cumplimiento normativo son piedras angulares en el negocio de transporte.
Han pasado 16 años y, seguimos esperando que esas busetas que siembran el caos en Popayán, salgan de circulación; pero los empresarios de pipián, no les dan cabida a auténticos inversionistas del transporte. En la ciudad del caballero de la triste figura, del reloj de números romanos, sus manecillas están detenidas en el túnel del tiempo, como su sistema de transporte, obsoleto, destartalado, manifestándose en una serie de problemas recurrentes, incluyendo retrasos constantes en los servicios, infraestructura deficiente y alarmante tasa de accidentalidad. Factores estos que contribuyen a la baja calidad del servicio y a la pérdida de confianza por parte de los usuarios.
Dónde quedan las disposiciones nacionales, que obligan a servidores públicos y a particulares que administran recursos del Estado a que cumplan las funciones, a ejercer la actividad administrativa conforme al ordenamiento jurídico, para la protección del interés general de los usuarios y la defensa de los intereses estatales. Un buen lote de busetas destartaladas, hace muchos años, debieron ser chatarrizadas; pero siguen rodando por importantes rutas de la ciudad, sin control, sin dios y sin ley, bajo escenas terroríficas de la “guerra del centavo”, además de la alta informalidad del transporte. La ciudad está ad portas de cumplir 500 y, el transporte público colectivo es un mal epidémico en Popayán.
No tenemos avance tecnológico asociado a un nuevo parque automotor, a un moderno sistema de transporte, lo que nos lleva necesariamente a hablar del desastre del transporte público en Popayán. Subirse a una buseta vieja, sucia y ruidosa, atravesándose de un carril a otro para avanzar más rápido que la buseta que vine atrás, equivale a un riesgo de muerte, a un cáncer con ruedas. Transportarse en una buseta, es un peligro tanto para los pasajeros como para los de a pie. Estimular el uso de la bicicleta, en la ciudad sin ciclo rutas y, caminar por arruinados andenes es también, otro riesgo.
El transporte público en Popayán, es un desastre y, regular el tráfico a través de pico y placa es un saludo a la bandera. No atiende las necesidades de los usuarios. La ciudad tiene más carros y motocicletas de lo apropiado para las vías existentes. El crecimiento abrupto de la ciudad y la falta de soluciones acertadas es la consecuencia. En medio de semejante escenario, el transporte público colectivo, es cada día peor; la piratería desbocada; motos sin dios ni ley; sin señales de tránsito; semáforos inservibles; interccesiones viales bajo la batuta de venezolanos. Sin duda, todo ello, es otro fusible que se fundió.
Civilidad: En dos años la pobre viejecita cumplirá cinco centurias. Y en esta amada ciudad hay muchas cosas por mejorar.