sábado, junio 7, 2025
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Día 2 – Novena de Aguinaldos

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres que les diste en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que, hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio: yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él, os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Oración a la Santísima Virgen

¡Soberana María! Que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorable Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Oración a San José

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

Consideración del Día

En el principio del mundo el Verbo reposaba en el seno de su Padre en las alturas de los cielos; allí era el objeto de sus complacencias y el que igualmente se complacía en corresponderle. En este mismo seno fue donde, llegada la plenitud de los tiempos, se estableció el centro de su amor. De ahí vino a ocupar el trono de un seno virgen, en el cual adoramos a Jesús, hecho hombre, por nosotros. Allí, tomando nuestra naturaleza, se hizo hermano nuestro, sin dejar de ser Dios verdadero. Este gran misterio, como el más recóndito y el más elevado de cuantos ha obrado el Omnipotente, nos convida a la más rendida adoración y gratitud.

Los Gozos

Dulce Jesús mío, mi niño adorado,
ven a nuestras almas, ¡ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebaja sacro!
¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
(Estribillo)

¡Oh Adonai potente que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo disteis los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos
y que un niño débil muestre fuerte brazo!
(Estribillo)

¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño, que has sido llamado
Lirio de los Valles, Bella Flor del campo!
(Estribillo)

¡Llave de David, que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
(Estribillo)

¡Oh lumbre de Oriente, Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca hermosa estrella, brote flor del campo!
(Estribillo)

¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
Borra nuestras culpas, salva al desterrado,
y en forma de niño da al mísero amparo!
(Estribillo)

¡Rey de las naciones, Emanuel preclaro,
de Israel anhelo, pastor del rebaño!
Niño que apacientas con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
(Estribillo)

¡Ven que ya María previene sus brazos
do su niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
(Estribillo)

Oración al Niño Jesús

¡Acordaos, oh dulcísimo Niño Jesús, que dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad, agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”? Llenos de confianza en Vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de que necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, oh Niño Omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

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