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Los no humanos, también tienen sentimientos

El día viernes 2 de mayo de este año, presencié la angustia de una garza ante la destrucción de su hábitat, talvez por muchos años apropiada como su casa – espacio de vida – y verse sacada de ahí sin ninguna mediación, ni consideración de dónde va a ir, si es sola o con familia, en dónde pasará la noche

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Por: Olga Marlene Campo Ruiz
olgamarlene213@gmail.com

Como si fuera poco, la impotencia ante el maquinista que derribaba sin piedad el árbol que crujía de dolor, le hacía sentirse angustiada e iba y venía de un lado para el otro. Estaba completamente sola, tratando de ser escuchada… fue en ese preciso momento, que accioné la cámara para grabar y compartir por los grupos de redes los siguientes mensajes:

“Y ell@s los si- mismos, no tienen más que contemplar el destrozo de su casa. ¿Es esta barbarie modernismo?”

“La impotencia de hablarle a quien no tiene disposición para verlos como parte del bioverso”

Foto: Tala de árboles / Suministrada

El reconocimiento de sujetos de derechos a los seres de la naturaleza -los no humanos- pone al descubierto nuestro sentir andino, es decir nos sitúa en nuestra naturaleza de seres cósmicos que no es otra que la fusión de lo físico y lo espiritual, como una unidad de existencia. El amor y respeto por la naturaleza no es solamente de nuestra cultura, otros países europeos tienen como fundamento este principio de convivencia con la naturaleza. Así que ante la dificultad mundial que ha provocado la mano destructora del hombre en esta época llamada antropoceno, no queda más que acudir a la lógica de con- vivir con los otros seres de la naturaleza desde una visión ecocéntrica, es decir dando a la naturaleza su debido rol de ser – sujeto viviente.

En nuestro país la aprehensión jurídica que concede derechos a la naturaleza, depende de la interpretación y compromiso de los jueces, es decir esta reflexión es nueva, así que en asuntos de protección y preservación de la biodiversidad presente y futura estamos en manos de nuestros gobernantes y entidades de Popayán. Lamentablemente, parece no tener mayor importancia el hecho de ser protector y defensor de la naturaleza, en consecuencia, poco o nada importa la afectación de la ribera del Sujeto de derechos Río Cauca, así lo corrobora el inicio de obras de la Avenida Los Próceres.

La historia una vez más nos condenará… pues se presentaron otras opciones que no afectaban este espacio propio de pertenencia del Río Cauca como es su ribera, pero pese a ello, el proyecto inició su desarrollo y como es obvio surgen preguntas:

¿Por qué no se concedió viabilidad a las recomendaciones – propuesta presentada por la sociedad de ingenieros del Cauca? ¿Por qué no se escucharon las voces de los residentes aledaños a la ribera del Río Cauca? ¿Por qué en Popayán no se concede validez jurídica de respeto a los ríos, a los árboles, a las aves? ¿Por qué en este proyecto, tiene que ser violentada la naturaleza?

Es de reconocer que los perros, gatos, caballos, entre otros, han ganado espacio en ese diálogo con los humanos, pero ríos, humedales, lagunas, riveras, árboles y bosques, aún padecen por nuestra falta de reconocimiento e identificación con ellos. El consabido saber popular “los ríos tienen memoria”, nos invita a repensar las relaciones con la naturaleza, pues ella, en ciertas ocasiones, está reclamando su lugar, así que ante la fijación de un lecho en la memoria de la naturaleza, no queda más que reconocer el principio de respeto por el lugar del si –mismo.

Es indiscutible el comportamiento de relación entre los animales y las plantas, el sostener el diálogo afectivo con ellos, proporciona recíprocamente efectos de confianza y tranquilidad, ejemplo de ello, es el consejo de hablarle a las plantas para que ellas respondan a nuestra comunicación con el verdor y la florescencia, de igual forma, ellas sienten cuando sus cuidadoras enferman, se marchitan y hasta mueren. Así mismo sucede con los animales en particular con los perros, los cuales son llevados a escuelas de entrenamiento porque aprenden, memorizan e interpretan signos de fuego, ataque de pánico, y sorprenden porque piensan en momentos que toman decisiones como es cuando hacen el oficio de lazarillos o de auxiliares de primeros auxilios con pacientes afectados por episodios neurológicos.

Las señales de indicio no son solamente ejercicios o instrucciones aprendidas, son manifestaciones de interacción que requieren de la interpretación del humano- humano; vale la pena indagar si los si- mismos interpretan, pues el ganado escucha en la profundidad el ruido y siente el temblor de tierra, antes que este fenómeno se produzca, esta lectura evidencia que se está vivo porque siente, pero con agudeza auditiva, inalcanzable talvez a la percepción del ser humano.

Así que la garza, los pájaros y demás seres de la naturaleza requieren ser escuchados y respetados. Necesitamos los árboles para aprender de ellos la vida espiritual, nos hace falta la benéfica práctica de caminar bajo sus ramas, pues en su recorrido se agudizan los sentidos de significación que apertura los pensamientos.

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