El cierre del festival presentó obras de Jean-Philippe Rameau y Juan Antonio Cuéllar, interpretadas por la soprano Juanita Lascarro, el Coro Estampas bajo la dirección de Lucía Arciniegas y la Filarmónica Joven de Colombia dirigida por Juan Felipe Molano. El concierto, donado por la Fundación Davivienda, permitió destinar el recaudo a las residencias musicales de la orquesta del Departamento del Cauca.

Por: Alejandro Zúñiga Bolívar.
El pasado viernes, el Teatro Municipal Guillermo Valencia fue escenario del concierto de clausura del 62° Festival de Música Religiosa de Popayán. Con una selección de obras que combinó lo mejor del barroco francés con composiciones contemporáneas colombianas, la jornada final fue también un acto de esperanza y compromiso con el arte como instrumento de transformación social.
El programa incluyó la Obertura de Zaïs y la Suite de Dardanus, ambas del compositor francés Jean-Philippe Rameau, y la “Misa Un Canto Nuevo” de Juan Antonio Cuéllar, basada en canciones litúrgicas del maestro Luis Torres Zuleta. Cada una de estas piezas ofreció una experiencia sonora que entrelazó el pasado y el presente, en una noche profundamente espiritual y conmovedora.
La Obertura de Zaïs es reconocida por su audaz retrato musical del caos antes de la creación del mundo, mientras que la Suite de Dardanus refleja la riqueza melódica del barroco francés. Por su parte, Un Canto Nuevo, del colombiano Juan Antonio Cuéllar, se erige como una de las más significativas misas contemporáneas escritas en el país, al reinterpretar la obra litúrgica de Luis Torres Zuleta desde una sensibilidad orquestal moderna.
El concierto fue interpretado por la soprano Juanita Lascarro —una de las voces más reconocidas de Colombia a nivel internacional—, el Coro Estampas dirigido por Lucía Arciniegas, y la Filarmónica Joven de Colombia, bajo la dirección del maestro Juan Felipe Molano. La combinación de talento vocal, coral y orquestal dejó en evidencia el alto nivel artístico de los intérpretes y el valor de la música como lenguaje universal.

Pero el concierto también tuvo un sentido profundamente humano. Como lo explicó el director de la Corporación del Festival, gracias a que la presentación fue donada por la Fundación Davivienda, el total del recaudo fue destinado a apoyar las residencias musicales de la orquesta del Departamento del Cauca. Estas residencias tienen un propósito que va más allá del arte: buscan rescatar niños de la guerra, ofrecerles un camino alternativo y construir futuro desde la armonía, la disciplina y la belleza de la música.
Con este gesto, el Festival de Música Religiosa de Popayán no solo reafirmó su compromiso con la tradición musical y la espiritualidad, sino que se consolidó como una plataforma para la transformación social, el apoyo al talento joven y la construcción de esperanza en uno de los departamentos más golpeados por el conflicto armado.