Por: Alejandro Zúñiga Bolívar
En Colombia, la alimentación saludable de niñas, niños y adolescentes ha sido por años una deuda pendiente. Mientras la industria de productos ultraprocesados invierte millones en publicidad dirigida a menores y en empaques diseñados para seducir, las instituciones han tardado en reaccionar, y los hogares, muchas veces, no cuentan con información clara para tomar decisiones conscientes. En medio de ese panorama, Red PaPaz se ha consolidado como una de las voces más firmes, coherentes y valientes en la defensa del derecho a una alimentación sana.
La campaña “¡Basta! No comas más mentiras”, lanzada en 2017, fue un punto de quiebre. Con una estrategia comunicativa audaz, basada en los mismos lenguajes que usa la industria, Red PaPaz logró captar la atención del país y poner sobre la mesa una verdad incómoda: muchos productos que consumen a diario nuestros hijos están llenos de ingredientes nocivos, y sus beneficios son, en el mejor de los casos, dudosos. La campaña fue más allá de lo simbólico. Promovió acciones ciudadanas, como la recolección de firmas en la iniciativa #AbramosLaLonchera, con la que se pidió a la Superintendencia de Industria y Comercio que investigara casos de publicidad engañosa.
Años después, el esfuerzo no solo continúa, sino que se amplía. Red PaPaz ha liderado encuentros nacionales con rectores, padres y expertos para discutir cómo construir entornos escolares más saludables. Ha publicado guías como el “Modelo de Entorno Escolar Alimentario Saludable” y ha formulado propuestas concretas para políticas públicas en todos los niveles del Estado. Lo que busca es sencillo de decir pero complejo de lograr: que niñas y niños crezcan en ambientes donde se promueva una relación sana con la comida, basada en información veraz, oferta saludable y hábitos sostenibles.
Como sociedad, deberíamos agradecer esta labor y comprometernos con ella. No se trata de prohibir, sino de proteger. No se trata de castigar, sino de informar. No es una cruzada contra la industria, sino una exigencia a favor de la infancia. Comer bien también es un derecho, y cuando lo negamos o lo banalizamos, estamos hipotecando el futuro. Las cifras de sobrepeso, diabetes y enfermedades cardiovasculares asociadas a la mala alimentación en edades tempranas son alarmantes, y no se van a revertir con campañas aisladas ni con decisiones individuales desconectadas de la realidad.
Lo que Red PaPaz nos recuerda es que sí se pueden transformar entornos cuando hay convicción, rigor técnico y voluntad de incidencia. Defender el derecho a una alimentación saludable no es un asunto ideológico, sino ético. Y que, como adultos responsables, no podemos delegar en el mercado la tarea de cuidar la salud de quienes aún no tienen edad para leer las etiquetas. Por eso, hoy más que nunca, es momento de escuchar, apoyar y replicar su ejemplo. Porque si a algo deberíamos aspirar como sociedad, es a que todos los niños y niñas tengan la oportunidad de crecer sanos. Y para eso, hay que empezar por lo que comen.