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Sobre el ejercicio de la medicina

CARLOS E. CAÑAR SARRIA carlosecanar@hotmail.com

La medicina representa no sólo un reto a la enfermedad sino también al dolor, al sufrimiento y a la misma muerte.

Por eso la actividad médica debe entenderse a la vez como un remedio, una esperanza, una prolongación de la existencia humana. El éxito o fracaso de la acción médica depende de no pocos factores y circunstancias. Depende de un conjunto de disponibilidades: la del médico para tratar al paciente, la voluntad del enfermo para curarse, además de todos aquellos medios y elementos esenciales en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.

Como en casi todas las profesiones u oficios, existen médicos excelentes, buenos, regulares y malos. Es la capacidad de servicio lo que hace realmente meritoria su profesión, no importa que fracasen después de agotar todos los medios que dispongan. El médico es un recurso, una esperanza y una posibilidad de bienestar y vida. A los buenos médicos se les caracteriza por una continua aproximación con los pacientes, éstos son su razón de ser. Son sensibles frente al dolor ajeno y en todas sus decisiones y acciones anteponen la ética como guía y compañera.

Cada vez se constata más, el papel fundamental de los médicos en la sociedad, sin embargo pensamos que merecen mejor trato por parte del Estado y de la misma sociedad. Muchos médicos (y médicas), después de varios años de estudio y sacrificio, no ven compensados sus esfuerzos al sentirse víctimas del desempleo o subempleo, de la explotación de las empresas prestadoras del “ servicio” de salud, de la Ley 100 de 1993 que acoge el modelo neoliberal. Contratos a término fijo. Aumento de la cantidad de pacientes, lo que en últimas repercute en no pocas ocasiones, en la inadecuada atención a los usuarios. Porque quieran o no hacen parte de un sistema en crisis, que por culpa de un Congreso ajeno a los intereses colectivos, no ha sido posible implementar una reforma a la salud en beneficio de todos los colombianos.

Volviendo a la profesión médica, no faltan médicos y médicas, que al olvidar su propia condición humana, se comportan hostiles, egoístas, distantes y arrogantes con los enfermos. Se creen dioses sobre la Tierra y su solo aspecto produce temor y desconfianza. Este tipo de actitudes hacen quedar muy mal el ejercicio de la profesión. Algunos más preocupados por el lucro personal que por la salud de los pacientes.

La vigencia del juramento hipocrático se hace necesaria, particularmente los preceptos que tratan de la inspiración en el bien de los enfermos para el tratamiento de las enfermedades. Pero también es necesario, el juramento y la ética de Maimónides, quien desde la época medieval recordaba a médicos y médicas la sencillez, la mesura, la prudencia y la bondad: “Que yo sea moderado en todo, excepto en el conocimiento del arte; que con respecto a él sea yo insaciable, que siempre quede alejada de mí la idea de saberlo todo y de conocerlo todo; concédeme fuerzas, tiempo, oportunidad y ocasión para rectificar siempre los conocimientos adquiridos…¡Dios de bondad! Me has elegido para velar sobre la vida y la muerte de las criaturas; heme aquí que me dispongo a mi vocación”.

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