sábado, septiembre 13, 2025
No menu items!
spot_img
InicioOPINIÓNJuan Cristóbal Zambrano LópezPopayán: entre la historia y el atraso

Popayán: entre la historia y el atraso

Por: Juan Cristóbal Zambrano López

Popayán es una ciudad que ha hecho de su historia un activo, pero también una excusa. Cuna de presidentes, epicentro religioso y cultural, patrimonio vivo del país… todo eso es cierto y motivo de orgullo. Sin embargo, pareciera que a veces nos aferramos tanto a ese pasado glorioso que se nos olvida construir el futuro. Nos llenamos de actos simbólicos, conmemoraciones y placas, mientras las necesidades reales siguen sin resolverse.

La capital del Cauca merece más que un relato nostálgico. Merece una administración que entienda que gobernar no es repetir lo que fuimos, sino proyectar lo que podemos llegar a ser. Popayán necesita un liderazgo que mire al porvenir con ambición, sin miedo a transformar, a innovar, a incomodar cuando es necesario.

Hoy, la ciudad enfrenta retos serios que no pueden seguir maquillándose con eventos culturales o actividades protocolarias. Basta recorrer los barrios periféricos para ver la crudeza de la pobreza, la informalidad y el abandono estatal. Las oportunidades para los jóvenes son escasas, el desempleo sigue por encima del promedio nacional, y la movilidad urbana es cada vez más caótica. No hay una red de transporte público eficiente, y el crecimiento desordenado de la ciudad ha hecho que la planeación urbana brille por su ausencia.

Hoy tenemos una administracion que prioriza lo estético por encima de lo estructural. Se inauguran obras pequeñas como si fueran grandes conquistas, se anuncian proyectos con bombos y platillos que nunca se concretan, y se pone más empeño en la imagen que en la gestión. La administración actual no ha sido la excepción: ha sabido contar bien una historia, pero no ha logrado escribir una nueva.

Popayán necesita más que una buena estrategia comunicativa. Necesita resultados palpables. La ciudadanía no vive de eslóganes ni de publicaciones en redes sociales. Vive del acceso al agua potable, de tener vías transitables, de contar con escuelas dignas, de saber que su seguridad está garantizada. Vive del empleo, de la movilidad, del acceso a la salud. Todo eso es lo que hoy está en déficit.

Un punto particularmente preocupante es la relación entre la ciudad y su juventud. Somos miles los jóvenes que, aun creyendo en el potencial de nuestra tierra, no vemos en ella un camino claro para desarrollarnos. No hay suficientes espacios culturales ni deportivos, ni apoyo real al emprendimiento juvenil. La universidad pública vive en una constante tensión presupuestal, y los programas de formación técnica o de inserción laboral son insuficientes o inexistentes.

Además, la brecha entre el centro y la periferia sigue creciendo. El centro histórico (si bien es un orgullo para todos) recibe la mayoría de la atención institucional, mientras barrios enteros como Las Américas, El Placer o Bello Horizonte siguen esperando presencia del Estado. No se puede gobernar una ciudad solo desde el parque Caldas hacia adentro. La Popayán que no sale en las postales también es Popayán.

Es cierto que gobernar no es fácil, y que cualquier alcalde se enfrenta a obstáculos estructurales y limitaciones presupuestales. Muchos han hecho lo que han podido en medio de enormes dificultades. Pero también es cierto que se gobierna con prioridades, y las de esta ciudad deben repensarse con visión de futuro. Conservar el patrimonio es valioso y necesario, pero no puede ser el único eje de desarrollo. Preservar no debe significar estancarse.

Popayán tiene un potencial inmenso. Su ubicación estratégica entre el norte y el sur del país, su capital humano, su vocación turística, su red universitaria, su riqueza cultural… todo esto podría convertirla en un polo de desarrollo del suroccidente colombiano. Pero para eso necesitamos pasar del relato al resultado. Necesitamos dejar de administrar ruinas coloniales para empezar a construir oportunidades reales.

Popayán no puede seguir siendo la ciudad que mira hacia atrás mientras el país avanza. La historia debe ser inspiración, no ancla. Nos merecemos una ciudad que honre su pasado, sí, pero sobre todo que abrace el futuro con decisión y coraje.

ARTICULOS RELACIONADOS

NOTICIAS RECIENTES

spot_img