Juan Pablo Matta Casas
La Operación Perseo en el Cauca es una intervención necesaria y oportuna para restaurar la seguridad en una región que, durante mucho tiempo, ha sido escenario de la violencia de grupos armados ilegales. El despliegue de más de 1.400 soldados profesionales en El Plateado muestra un esfuerzo decidido del Ejército y las Fuerzas Militares por recuperar el control territorial y devolverle a estas comunidades la tranquilidad que merecen. Pero este esfuerzo no puede quedarse únicamente en manos de los militares; es imprescindible que el resto del Estado actúe de manera coordinada para asegurar que los avances sean duraderos y que la región del Cauca pueda vivir en paz.
El trabajo de nuestras fuerzas militares en la Operación Perseo es admirable. Están enfrentando a grupos armados que llevan años dominando la región, construyendo estructuras ilegales que imponen miedo y violencia a la población. Sin embargo, los soldados están cumpliendo su misión con profesionalismo, enfrentando amenazas y hostilidad, y manteniendo un respeto constante hacia la población civil, algo que no siempre es fácil en un entorno tan complejo. Por eso, necesitan no solo nuestro apoyo y reconocimiento, sino la colaboración efectiva de todas las instituciones del Estado.
El esfuerzo militar debe ir acompañado de una presencia estatal integral que abarque todos los frentes: desde la educación hasta la salud, desde el desarrollo productivo hasta la infraestructura. Necesitamos que, mientras las tropas despejan el territorio y recuperan el control, el resto del Estado garantice servicios básicos, construya escuelas, implemente proyectos productivos y establezca programas de salud que mejoren la calidad de vida de las comunidades locales. Sin este acompañamiento, la paz que buscan consolidar las fuerzas militares será frágil e insostenible.
La presión que ejercen las disidencias sobre las comunidades locales, instrumentalizándolas para frenar el avance militar, evidencia la complejidad del conflicto en el Cauca. Esta estrategia, que provoca desplazamientos y situaciones humanitarias críticas, solo refuerza la urgencia de un Estado más presente y eficiente en la región. Es necesario que la labor de los soldados no se vea limitada por la falta de apoyo institucional. Cada paso que den en la recuperación del territorio debe traducirse en una mejora real para la población local.
No podemos permitir que este sacrificio quede en el vacío. Las fuerzas militares están dando un paso adelante en la recuperación del Cauca, pero el resto del Estado tiene que seguirles el ritmo. Si no se aprovechan estos avances para consolidar una paz verdadera y duradera, el riesgo de que los grupos armados retomen el control es alto. No basta con derrotar militarmente a las disidencias; debemos construir un tejido social fuerte, con instituciones sólidas que aseguren el bienestar de las comunidades locales.
La Operación Perseo es un claro ejemplo de que el Estado colombiano puede recuperar zonas que durante años han estado en manos de actores ilegales. Pero esto no debe quedarse en una acción militar aislada. Es crucial que las instituciones civiles también asuman su responsabilidad en la transformación del Cauca. Necesitamos una intervención coordinada, integral y sostenida que asegure que, una vez recuperado el territorio, se mantenga la seguridad y se genere desarrollo económico y social.
Es momento de que el Gobierno y toda la sociedad civil brinden un apoyo decidido a nuestros soldados. Ellos están haciendo su parte, enfrentando el peligro y defendiendo la integridad del país. Nosotros, como sociedad, debemos hacer lo mismo, exigiendo que el Estado acompañe con políticas públicas efectivas y con una oferta estatal que llene los vacíos que la ilegalidad ha ocupado durante años. El Cauca no puede esperar más; es hora de construir una paz duradera, basada en la seguridad, el desarrollo y la justicia social.
La visita del alto gobierno quedó en nada hasta ahora, la visita del Presidente no se materializó. El Gobernador ha puesto la cara en la zona, sin los instrumentos y recursos suficientes para solucionar el problema social, haciendo lo que puede con buena intención y disposición, pero es el Estado Nacional el que tiene las llaves para resolver.
Que no se nos olvide, el Ejercito Nacional no es el Ejercito del Gobierno, es el Ejercito de todos y no podemos dejarlo solo.




