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La sabiduría de niños y niñas

Roberto Rodriguez Fernandezrrfernandez@unicauca.edu.co

Los menores siempre tienen deseos de trasformación, parecen mayores. Expresan que las situaciones de la vida deben ser mas justas y democráticas, y son especialistas en la defensa de los derechos de la naturaleza.

Todo lo dicen con sus palabras y actitudes, con sus lenguajes sencillos y claros pero no menos profundos. Para ellos y ellas hay cosas que no se justifican y propósitos que les parecen obvios.

Antonella, mi nieta de nueve años, nos ha planteado que el dinero no debería existir, y que todas las cosas deberían estar al alcance de todas las personas. Es defensora del agua, y deja sus recomendaciones por escrito en las calles de nuestro barrio. Quiere mucho a los animales, y se duele de las hormigas e insectos que encuentra muertos. Desea tener una finca con vacas, caballos y gallinas, con un acuario lleno de peces y rodeado de flores. Regaña cuando ve o sabe de incendios, debido a lo que le hemos explicado sobre el recalentamiento del planeta. Sueña con conocer la nieve, lee sobre ella, mira videos de otras regiones, y se maravilló cuando estuvo en una playa y conoció el mar.

Al igual que ella, otros niños-as realizan muchas actividades de tipo ambiental. Sabemos de personitas que al ver las noticias sobre las guerras sufren por las víctimas, aunque no se expliquen bien las causas de esos enfrentamientos.

El Presidente de Colombia leyó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas una bella propuesta de su hija: “pensar a Colombia como el corazón de la tierra”, mensaje que todos nuestros infantes conocen y aplican.

La sabiduría infantil es muy pródiga en reflexiones, para ellos naturales. No entienden cómo los mayores nos enredamos con problemas que atentan contra las vidas y contra el planeta. Quieren vivir haciendo realidad sus aspiraciones lógicas de transformación y de cambios, y en sus dibujos y manualidades dejan ver situaciones llenas de afectos. Para ellos las familias deben estar siempre reunidas, a pesar de las molestias de alguno de sus hermanitos, y sus compañeritos de juegos son los amigos que siempre se preocupan los unos por los otros.

Sin embargo, los padres, abuelos y profesores los escolarizamos, reprendemos, y nos empecinamos en enseñarles lo que ellos saben mejor que nosotros. Es decir, les cortamos las alas de su imaginación y condicionamos sus deseos. Con la cultura dominante les imponemos valores centrados en el mercantilismo y en lo religioso, con lo que les generamos comportamientos de muchas maneras violentos. Sobre todo en las ciudades. Pero alegamos que los estamos formando.

Niños y niñas ven unidos lo individual, lo colectivo y lo planetario, subvierten lo tradicional con lo que llamamos “sus niñadas”. Hay un trasfondo político en sus deseos, no quieren ser como otros, no se convierten en “otro ladrillo mas en la pared”, si los entendemos no quieren hacer parte de ese muro de la historia occidental que nosotros no hemos logrado romper.

Ellos y ellas son agrietadores que buscan saber qué hay detrás de las paredes y puertas cerradas, son curiosos, indisciplinados, inquietos, y destructivos, pero democráticos. En pocas palabras, son “sujetos políticos que desean cambios”, con los que incluso llegan a determinar a los poderes existentes, y pretenden salvarnos a todos de los desafueros de esa “hidra enloquecida” que es el capitalismo – colonialismo – patriarcalismo.

¿Cuándo aprenderemos de ellos? – Ojalá no sea demasiado tarde.

 

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