Inicio OPINIÓN Carlos Horacio Gómez Quintero La protección de adolescentes en Popayàn: tarea de todos

La protección de adolescentes en Popayàn: tarea de todos

Mg, Carlos Horacio Gómez Quintero.

Son frecuentes las informaciones y boletines que oficialmente se entregan por parte de entidades especializadas, como lo es La Defensoría del Pueblo, entorno a la presencia forzada, uso y utilización de niñas y niños en la guerra que se libra en El Corregimiento El Plateado, jurisdicción del municipio de Argelia, por parte de las disidencias del Estado Mayor Central de Las FARC. Lo cierto de todos modos, es que no se trata de una situación que se presente únicamente en esa jurisdicción, pues dicha realidad amarga se vive y padece en todo El Cauca, tal y como lo sentencian las estadísticas que dejan al descubierto lo denunciado y que entre otras cosas se encuentran viciadas de errores por el subregistro que ocasiona el temor a denunciar. Haciendo referencia al número de reclutados durante el año 2024 (cerca de 400), cifra alarmantemente crecida durante estos primeros meses del 2025, La Defensora Nacional comentaba como varios niños y niñas reclutados en El Norte del Cauca, especialmente indígenas nasa, son llevados a otros lugares del Cauca o departamentos vecinos, para cumplir funciones, no solo de combate, sino de inteligencia para vigilar los movimientos de objetivos, para que cobren extorsiones o para atraer a otros niños y niñas a ingresar a las filas. Igualmente hizo insistentes llamados a los grupos armados ilegales, para que respeten a la población civil y cumplan con las normas del DIH.

En respuesta a lo descrito y para tramitar lo que acontece, particularmente en Popayán, durante los primeros meses de este año se han adelantado algunas importantes actuaciones, que, partiendo de la convocatoria a la misma Alcaldía, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – ICBF, a La Defensoría Regional del Pueblo, a La Procuraduría de Familia, a La Policía de Infancia y Adolescencia, al Ejército Nacional y a otros entes públicos y privados interesados en el tema, han realizado operativos de prevención para evitar el reclutamiento ilegal de menores y su instrumentalización por parte de grupos al margen de la ley en esta capital.


Lo realizado, por supuesto que está bien, hay que aplaudirlo, hay que procurar volverlo más eficiente y más contundente, pero indudablemente es necesario también, continuar en el análisis detenido de nuestra realidad social, toda vez que esa expresión de ultraje y ataque contra nuestros ciudadanos del futuro, es tan solo una de las tantas que los acecha. Son muchas más las que se han colocado como permanente riesgo que compromete su integridad y su vida misma, y que provienen de otras causas, que la verdad sea dicha, muy poco se abordan y tramitan. La verdad que grita ante el escenario de las preocupaciones ciudadanas permanentes se resume expresando que, la vida de este importante grupo etario de nuestra sociedad transcurre entre múltiples riesgos que comprometen, no solo su presente, sino especialmente su futuro. El contexto de vida de muchos de ellos los muestra como personitas que, con o sin recursos económicos, tienen algo en común: Están expuestos a violencias multicausales, abandono emocional, estrés académico, presión social, adicciones, embarazos tempranos, depresión, entre muchos otros problemas y lo más grave aún, es que muchos de ellos viven estos procesos, en profundo silencio y sin acompañamiento alguno.

La pregunta que aparece, en torno a esta cruda realidad, por supuesto que es obvia: ¿Quién los cuida y protege? La respuesta entonces, es mucho más obvia y natural: Esto es una obligación de corresponsabilidad, que llama en primera instancia a la familia, y en el entendido que ella sola no lo puede hacer todo, debe llamar también a los educadores, a las autoridades municipales y a la comunidad, habida cuenta que todos ellos tienen mucho por aportar en esta noble y altruista causa. La corresponsabilidad es clave. Si seguimos dejando solos a los adolescentes, ellos seguirán buscando en la calle o en las redes sociales o en la anarquía, aquello que no encuentran en casa o en su entorno cercano. Cuidar a un adolescente es una inversión social. La familia es el núcleo, pero el tejido que la sostiene debe fortalecerse desde todos los frentes. Es urgente, es posible y es tarea de todos.

Vistas, así las cosas, indudablemente el papel de la familia y, especialmente, de los padres, es insustituible. La advertencia es inapelable: No basta con cubrir necesidades materiales. Los adolescentes necesitan límites, afecto y una comunicación constante. La idea es avanzar, desde la familia, hacia oportunidades en que los padres estén efectivamente presentes, emocionalmente disponibles, con normas claras y con una actitud que los oriente a marcar posturas diferentes para asumir la vida bajo horizontes y propósitos en los que primen las buenas costumbres, el retorno de las prácticas de civismo y urbanidad que forma ciudadanos comprometidos honrosamente con su futuro, la vigencia del respeto hacia los demás y hacia los bienes ajenos, la implantación de estándares de comportamiento para acatar la normatividad existente y las decisiones de las autoridades, el valor de la amistad y el buen trato con los demás, la capacidad de discernimiento que les permita entender las ventajas de estar alejados de lo que no es conveniente y superfluo, en fin, el comportamiento que les facilite vivir en comunidad sin necesidad de colocar en riesgo los valores y derechos de los demás.

Los educadores igualmente tienen un rol fundamental por ejercer. Las escuelas deben reforzar su rol formativo más allá del rendimiento académico, incorporando la salud mental y emocional en el día a día. Los psicólogos escolares necesitan ser escuchados, fortalecidos y respaldados con políticas claras y desde luego, los espacios escolares deben ser fortalecidos integralmente, de tal forma que se conviertan en parte del entorno de seguridad que se debe construir.

Popayán es un municipio que, en razón de la definición de su Plan de Desarrollo, concebido como una prospectiva que privilegia los derechos de niños, niñas y adolescentes, mereció un reconocimiento para su Alcalde, por parte de la organización Colombia Líder. Ese galardón – “Construyendo Sueños”-, reconoció a Popayán como un referente en el país que promueve el bienestar de la niñez, la adolescencia y la juventud y que a través de su enfoque integral ratifica su firme compromiso con los derechos de los niños, niñas y jóvenes. El pronunciamiento del Ejecutivo, en el sentido de resaltar la mentalidad innovadora de la niñez payanesa, debe final y categóricamente terminar en una realidad que cambie sustancialmente la línea de futuro para las nuevas generaciones a partir del establecimiento de condiciones apropiadas para la seguridad, la prevención, la educación, la salud, la cultura, el emprendimiento, la renovación generacional, la dotación de buenos servicios, el impulso a la participación y muchas otras ventajas para alejarse de los riesgos que hoy los rodean. Este premio y, sobre todo, la motivación que le permitió ser reconocido, debe abandonar la letra muerta y mostrar en la práctica el esfuerzo continuo de La Alcaldía para construir un entorno más inclusivo y participativo, donde las políticas públicas para la infancia y juventud sean una prioridad.

Y por supuesto, la comunidad también debe asumir su parte. Un vecino que observa, un adulto que escucha, un líder barrial que propone alternativas, puede convertirse en factor importante de protección. La solidaridad comunal debe avanzar en la consecución de espacios seguros y atractivos, oponiéndose a la implantación de espacios y actividades que solo lucran a los depredadores de las buenas costumbres y que además establecen imperios para el desorden y la anarquía. Ser solidario es entender los problemas de los demás y aceptar que, en cualquier oportunidad, iguales problemas nos pueden aquejar.

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