Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
¿Es posible un paso del sujeto al individuo? Butler asume la reflexión teórica de Foucault sobre las subjetividades y los dispositivos de control que las determinan, pero va más allá, al preguntar por la posibilidad de la constitución de una individualidad, entendida como afirmación de una autonomía. El sujeto, como lo indica el término, es aquel que es determinado y constituido por una fuerza externa. El sujeto se comprende en la fuerza que lo determina. Pero también se pueden pensar las condiciones mediante las cuales es posible ir más allá de esa subjetividad, y se pueda desplegar una afirmación de la individualidad como consciencia autónoma.
El enfoque postestructuralista sobre el poder, afirma que es necesaria una genealogía de las subjetividades como determinadoras de las identidades. No se trata de estudiar el poder como fuerza social, sino como lo que determina la subjetividad. Foucault hizo el estudio sobre la locura como sometimiento subjetivo del individuo, desde la determinación de la Razón como parámetro de normalidad y corrección. La locura como anormalidad política de la verdad racional, que se determina desde el cartesianismo metódico. El anormal no es el loco, sino el que piensa de un modo diferente al del método establecido hegemónicamente. La verdad racional como ejercicio de un poder dominante.
Pero el enfoque posestructuralista también comprendió que la determinación de las subjetividades, va más allá de la determinación de una normalidad racional. El poder se ejerce sobre todo determinando las subjetividades como identidad. Se pasa de la locura a lo subjetivo como identidad. El aporte de Butler al discurso del poder, está en afirmar que: 1. El género se construye desde un poder dominante, 2. La identidad sexual también se construye (en oposición a un biologismo determinista), y 3. Se puede dar el salto conceptual del “sujeto” a la individualidad. Butler actualiza el estudio foucaultiano del poder, al pensar y afirmar a la individualidad como una acción de resistencia política ante el poder determinador de significados identitarios.
Es así que el estudio sobre el poder implica una filosofía de la diferencia. Para Deleuze, la diferencia es la posibilidad transgresora de lo nuevo como línea de fuga. Para Butler la identidad como individualidad, es la afirmación de la diferencia como autonomía performativa existencial.
La performatividad no se la puede definir unidireccionalmente. Es más un rizoma de sentidos abierto. Lo importante de la performatividad es que afirma que el género y la identidad son procesos de construcción. Pero, ¿quién los construye? La subjetividad la puede construir un poder externo (el sujeto), pero también la puede crear un poder interno (el individuo). Para esto es necesario un nuevo sentido de individuo que pueda realizar esa creación de sí. La individualidad como una consciencia creadora de sí. La performatividad es la posibilidad de una consciencia de sí como individualidad, como creación escénica de la identidad. Lo performativo es lo que constituye la individualidad, porque esta no es algo que esté determinado, sino algo que se debe determinar. ¿Por qué se lo llama “performativo”? Porque la individualidad no es algo que está determinado esencialmente, sino que se lo debe crear en el despliegue escénico de la consciencia de sí.
La performatividad implica lo “queer”, que es la posibilidad de la individualidad como una diferencia singular y única. El extrañamiento es la consciencia de la singularidad irrepetible. El extraño es el que no asume ninguna configuración de sentido, sino que está en un continuo proceso de creación de su individualidad. Lo queer como extrañamiento, es la negativa radical a asumir cualquier determinación de sentido. Lo queer es consciencia de sí como singularidad.
La individualidad se debe asumir como una performatividad existencial, en la que se puede desplegar una fuerza como consciencia de sí. Esa es la gran apuesta política: que la individualidad se pueda desplegar como una fuerza consciente, que irrumpe transgresivamente. La performatividad es un ejercicio existencial, en el que se puede crear y consolidar una individualidad. La performatividad como ejercicio interno, es una apuesta por la autonomía de sí como sentido diferencial.
Referencia.
Butler, Judith (2015). Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, Ediciones Cátedra, Universitat de Valencia.