Padre Jesús Fernando Vega Muñoz Pbro
Estamos próximos a iniciar la Semana Santa, la liturgia del día de hoy nos está preparando para que podamos vivir esos días Santos haciendo realidad la vida nueva en cada uno de nosotros aquella vida que Dios nos ofrece a través de su hijo Jesucristo.
Recordemos constantemente que el sacrificio de Cristo valió la pena, cuando declaramos en nuestra vida que Jesús es nuestro salvador vivimos en paz, siendo liberados de toda culpa porque hemos sido perdonados por Dios.
Por eso en nuestra vida debe reinar el amor y no el pecado y el odio y ni la muerte.
Que podamos Vivir la Semana Santa que se acerca y podamos reconocernos que hemos fallado y busquemos también el perdón de Dios.
El evangelio de la mujer adúltera de este domingo nos enseña algo muy importante y es lo que Jesús hace con aquella mujer, no la condena, sino que inclinándose, escribe con el dedo en el suelo, pues le han dicho que ha sido sorprendida en adulterio, pero Jesús con este gesto, nos deja claro algo muy importante y es que antes de juzgar hay que darse un tiempo para esperar.
Muchas veces quizá nos sentimos poseedores de la verdad solo porque tenemos fe, por pertenecer algún movimiento o algún grupo eclesiástico, por ir a misa o por ir al culto etcétera.
Muchas veces actuamos como los fariseos y como aquellos ancianos que acusaban a esa mujer sin nombre. ¿Y saben por qué esa mujer no tenía nombre? porque podemos ser cualquiera de nosotros o puede ser alguna persona incluso de nuestra propia familia, ser adúltero es haber rompido la relación de compromiso con nuestra fe con Dios, con el cambio de vida que se está pidiendo y que Dios nos ha pedido desde el inicio.
La misericordia y el perdón recordemos siempre que son los ejes de toda nuestra vida, Jesús dice a la mujer. Dónde están aquellos que te han acusado ninguno se ha quedado … Yo tampoco te condeno, lo único que te digo es levántate y no vuelvas a pecar. Jesús acoge a la pecadora, a aquella mujer adúltera no la juzga sino que más bien la reintegra a la sociedad devolviéndole su dignidad.
El perdón y la misericordia son caminos que nos llevan a Jesús y debemos aprender por eso a escuchar sin juzgar, estamos por eso recordemos en el año del jubileo de la esperanza y ese es el signo, la esperanza y de hoy en adelante, seremos capaces de darnos un tiempo para postrarnos un momento en el suelo y escribir con el dedo en la arena antes de tirar la primera piedra y dar un abrazo en vez de juzgar.