Por Eduardo Nates López
Escribo esta columna porque estaba convencido (como un buen número de colombianos) de que Gustavo Petro tenía claro que él era el Presidente de Colombia… Entre otras cosas porque toda su vida luchó, de diferentes formas, por alcanzar esa silla: Desde la clandestinidad, en el movimiento subversivo M19 (acudiendo al secuestro y otros delitos abominables). Y también desde las calles, las tarimas y el parlamento, proceso dentro del que hay que reconocer que en su lucha política pública fue un congresista incisivo y argumentado. Necio sería negarlo pues así lo permite la democracia. En unas elecciones -transparentes o no- (eso está en discusión en los tribunales correspondientes), ganó, no por la “mayoría arrolladora” que el vocifera, pero ganó… y se subió al Solio de Bolívar y allí está, gobernando, con su “complejo de Adán”, convencido de que es el creador de la nación colombiana y que todo lo que encontró hecho es inservible y hay que cambiarlo… Eso es lo que vemos todos los días… También se sabe, por varias encuestas, que su impopularidad avanza hacia el 70%; Que no es bobo, y que por eso se ha convertido en un verdadero maestro de las “cortinas de humo”… En la cabeza de Petro todo cabe y pasan cosas que para un gobierno serio serían impensables…
Si bien ya resulta aparatoso viajar al Uruguay a condecorar con la Cruz de Boyacá, al nonagenario expresidente Pepe Mujica (que, dicho sea de paso, también fue guerrillero y no lo hizo mal en su ejercicio pues fue respetuoso de preceptos existentes en su pueblo), lo que si terminó convirtiéndose en un “oso monumental” a nivel mundial, protagonizado por el inefable Petro, fue pretender entregarle la bandera de su grupo guerrillero colombiano M19, en vez de la bella y emblemática bandera colombiana …
En la filmación de la noticia -que dio la vuelta al mundo- es notorio el disgusto del Expresidente Mujica con el colombiano, negándose a recibir la bandera manchada de sangre del M19. De paso le dio una clase de urbanidad, diplomacia y amor patrio a Petro. Es tan evidente el desconcierto del auditorio que hasta Laura Saravia (mano derecha e izquierda del gobernante colombiano) no sabía qué hacer y nadie quería recibir esa tela… El uruguayo Mojica, en su proverbial franqueza, dijo: …”se acabó…” y dio por terminado el acto.
Petro busca a Mujica pretendiendo parecerse a quien envejeció bien. Se le olvidó que en su Uruguay, Mujica goza de un respeto generalizado, en contraste con el desprestigio del colombiano, alcanzado por su desgobierno, su desordenada vida personal y haber convertido su cuenta de X en el desagüe de sus frustraciones y resentimientos… Lo más reciente y delirante fue haber maldecido, en navidad, a los congresistas… Y haber “roto relaciones” con cuatro comisiones constitucionales del Congreso…
Esto, que parece un acto incidental en el exterior, es una constante en el gobierno de Petro, en todas las decisiones… Así maneja el país… Con decisiones arbitrarias, incoherentes, atropelladoras, irrespetando las normas de conducta social y las diplomáticas…
Ahora, Petro ha decidido ratificar sus atrabiliarias decisiones, pretendiendo nombrar como Embajador de Colombia en Tailandia, nada menos que a Daniel Mendoza, creador de la serie “Matarife”, altamente criticado en todos los estamentos colombianos, por sus reconocidos comentarios y apariciones en las redes sobre temas de carácter sexual con menores de edad, y otras situaciones como publicar videos de señoras desnudas, con él… Y Petro defiende a rabiar su posible nombramiento con unos argumentos bastante indignos del presidente de un país decoroso y que respeta a sus mujeres…
Lamentablemente esa es la imagen de Colombia que Petro quiere difundir por el mundo: Comenzó con el diplomático Guanumen, (autor de la famosa idea de “correr un poco la línea ética” para las estrategias de campaña), nombrándolo en la delegación colombiana en Chile; Algo parecido sucedió con la embajada en México; y ahora en Tailandia… ¡Que reguero de vergüenza internacional!