CARLOS E. CAÑAR SARRIA – carlosecanar@hotmail.com
Cada día aparecen más precandidatos a la presidencia de la República. Como se dice de manera coloquial, no hay cama para tanta gente. La verdad es que nuestra Constitución no concibe mucha exigencia para aspirar al cargo más importante del país y, bueno es culantro pero no tanto; pues resulta que cualquier perico de los palotes quiere llegar al trono principal de la Casa de Nariño.
No faltan personajes con ganas de figurar, porque a leguas se huele y se sabe que no tienen ni la más mínima posibilidad; unos aparecidos y otros reaparecidos que ni fu ni fa.
Situación que no está exenta de un alto grado de comicidad, lo cual es aprovechado por caricaturistas y comentarios en las redes sociales. Hacen el oso candidatos novatos y otros personajes reciclados de la política que cada cuatro años aparecen y reaparecen con los mismos cuentos a pesar de que ya pocos les creen.
Se observa a una derecha que con mucho desespero pretende reconquistar el poder pero no tiene con quién ni con qué. Por lo visto, el ex presidente Uribe- que no atraviesa por un buen momento- al parecer juega las cartas de la derecha en la persona de Miguel Uribe Londoño, quien reaparece después de muchos años en la escena política, gracias al reciente asesinato de su hijo, senador Miguel Uribe Turbay; lo que ha sido catalogada como una demostración de oportunismo político, pretender sacar votos de una tragedia que conmovió al país.
No obstante, la presencia de Uribe Londoño en la escena política nacional, aparentemente se demuestra que por parte de la derecha no hay con quien reemplazar al actual gobierno de la izquierda democrática, después del 7 de agosto de 2026.
Y que las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia son personajes que en absoluto tienen talla presidencial y carecen de un discurso interesante y coherente que sea capaz de atraer un hipotético electorado que no quiera saber más de la izquierda democrática en nuestro país.
Sin embargo, no hay que olvidar que el nuestro es un país de coyunturas. Un acontecimiento inesperado puede cambiar de un momento a otro todo el espectro político y aún falta tiempo para las elecciones presidenciales.
En política nada está definido, todo está por hacerse y desde luego, hay sorpresas.
A Miguel Uribe Turbay, estando moribundo, las encuestas lo pusieron a puntear entre los aspirantes presidenciales. Y no faltaron oportunistas como Vicky Dávila, para acudir de primera a la Clínica donde atendían de urgencia al senador, tratando de sacar rédito electoral mientras le achacaba la responsabilidad del atentado al presidente Petro.
Vicky Dávila madrugó a hacer política y anda por todo el país sin proponer nada novedoso, su discurso está centrado a despotricar de Petro, al igual que el discurso de la Cabal y de Paloma, que con un lenguaje agresivo y sin propuestas concretas aspiran llegar a la presidencia.
Además de los ya citados, son tantos precandidatos que es difícil enunciarlos a todos: Claudia López, Oviedo, Luna, Cárdenas, Juan Manuel Galán, Fajardo, Vargas Lleras, De la Espriella, Holguín, Guerra, Lizcano, Murillo, etc., que a medida que avance el tiempo y las circunstancias, no se sabe en qué quedarán esas aspiraciones de la derecha y del centro.
Mientras del lado del Pacto histórico y del progresismo, las precandidaturas de Bolívar, Cepeda, Quintero, Pizarro, Corcho avanzan significativamente. Desde el punto de vista histórico, las divisiones intestinas de la izquierda en nuestro país han sido un obstáculo a las pretensiones de cambio. Por eso, la izquierda democrática tiene el reto de buscar la unidad tras el objetivo de darle continuidad a los proyectos de economía social, cuando el presidente Petro, con toda seguridad, haga dejación de la presidencia el 7 de agosto de 2026.