martes, septiembre 9, 2025
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InicioOPINIÓNJuan Carlos López C.Capítulo 8. Dionisia, La Marquesa

Capítulo 8. Dionisia, La Marquesa

“Lo mejor es ser viuda”

-Lo mejor es ser viuda, le dice a Dionisia su amiga Juana de Prieto, a modo de consuelo, (tres años y medio después del fallecimiento de su esposo, Don Diego José de Velasco) durante su visita navideña en la Popayán de 1711.

-Muchas veces nos han casado por conveniencias, hasta por poder, con hombres que ni conocíamos, le sigue comentando.

-Tenéis 43 años y ahora (gracias a la generosidad del difunto) sois muy rica, poderosa y podéis hacer lo que queráis, vivir en Lima, en Quito, en Santa Fe o en Madrid, sitios todos donde tenéis familia; y dado que estáis sin hijos, nada te amarra a esta tierra-.

Dionisia la oye en silencio y sabe que debe resolver un gran dilema: quedarse o irse, la mayoría de su familia está en Santa Fe y hacen presión sobre ella para que se traslade a esa capital, pero Popayán le ha dado la ocasión de sentirse dueña de su vida y coincide con Juana en que las mujeres de su época (con pocas excepciones) son sujeto de negociación matrimonial en todos los estratos sociales y grupos étnicos.

Lleva en esa villa 24 años, siente que tiene raíces en ese valle, que sus obras y sus actividades le han dado un protagonismo y un liderazgo que traspasa fronteras. Por su casa desfilan con algún tipo de interés muchos de los actores de la política, la economía y las artes del Nuevo Reino de Granada.

Adicionalmente hay un elemento novedoso que ha cambiado el panorama, la cercanía que ha venido desarrollando con el gobernador Carlos Baltazar Pérez, Marqués de San Miguel de La Vega, soltero, con quien coinciden en muchas tareas de apoyo a los artesanos, a los artistas, a las comunidades religiosas, a los indígenas, a los esclavos y a muchos eventos benéficos. Esa amistad, nacida hace cuatro años, cuando él asumió el cargo y con su difunto esposo le brindaran el banquete de celebración, se ha venido convirtiendo lentamente en romance.

-Me voy a quedar aquí querida Juana, siento que soy útil y le he encontrado un sentido a vivir. Además, tengo a cinco hijos y a Diego enterrados a metros de esta casona.

Juana de Prieto le sonríe y suelta lentamente sus palabras: – oír eso me encanta Dionisia, ¿Pero tendrá algo que ver también en esa decisión el Marqués de San Miguel de la Vega?

-Sí Juana, él también tiene que ver, pronto vamos a anunciar nuestro compromiso.

Efectivamente, un mes después, en enero de 1712 (después de 43 meses de luto), Doña Dionisia y el Marqués hicieron público que ese año – y antes de terminar su gobernación – se casarían. Para ello requerían de una dispensa del obispo, la cual ya estaban tramitando. Fue el anuncio social más importante en décadas, no solo por las connotaciones personales, sino por el impacto político y económico que significaba unir los patrimonios heredados por Dionisia de la dinastía de Don Pedro de Velasco, los suyos propios y los del Marqués de San Miguel de La Vega. Nacía un gran emporio: el de los Marqueses, y esta vez ella era quien había escogido con quien se unía.

El día de la boda, celebrada en la Catedral, se ofreció una gran recepción en la casa de Doña Dionisia, situada en diagonal a esa iglesia, y al recibir a los invitados no pudo dejar de sonreír cuando Doña Juana de Prieto le dio el doble beso de felicitación y le susurró al oído “os lo dije, lo mejor es ser viuda”.

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Posdata Local: el bloqueo de la vía Panamericana de esta semana, que el momento de escribir esta columna lleva tres días, afecta terriblemente el XXIII Congreso Gastronómico en curso, quiebra pequeños negocios, ahuyenta el turismo, trae desempleo, por ende pobreza y pone en duda la viabilidad de esta región.

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