Por Juan Camilo López Martínez
En el Cauca hemos aprendido a convivir con la incertidumbre. Lo que debería ser una excepción se ha vuelto costumbre: los bloqueos en la vía Panamericana. Esta vez, el turno le ha tocado al Congreso Gastronómico de Popayán, un evento que no solo enaltece nuestras tradiciones culinarias, sino que además dinamiza la economía, atrae turistas, genera empleo y proyecta una imagen positiva del departamento. Pero una vez más, los caucanos vemos cómo el esfuerzo colectivo es saboteado por la imposición de las vías de hecho.
Basta ya. No podemos seguir aceptando como normal que la principal arteria vial del suroccidente del país sea utilizada como escenario de presión. Bloquear la Panamericana no es un acto de reivindicación social: es un acto de condena contra los propios caucanos. Condena a los comerciantes que ven sus ventas desplomarse, a los campesinos que no logran sacar sus cosechas, a los empresarios que cancelan inversiones y a los ciudadanos que sienten que el progreso es siempre una promesa incumplida.
El Congreso Gastronómico, que con tanto esfuerzo se ha posicionado como uno de los eventos más importantes del país, es una vitrina para mostrar lo mejor de nuestra cultura y para atraer a quienes desean invertir, conocer y disfrutar de nuestro territorio. Pero al interrumpir la movilidad hacia Popayán, el mensaje que se envía al país y al mundo es devastador: que en el Cauca no hay estabilidad, que los eventos están en riesgo, que el desarrollo es frágil.
La protesta es un derecho legítimo en cualquier democracia, pero el límite de ese derecho está en la vulneración de los derechos de los demás. Y eso es exactamente lo que ocurre cuando se bloquea la Panamericana. Se vulnera el derecho al trabajo, a la movilidad, a la seguridad y, en últimas, a la dignidad de un pueblo que ya carga con múltiples dificultades.
Hay que asumir un compromiso real: el Cauca no puede seguir atado a la cadena de los bloqueos. El diálogo, la negociación y la búsqueda de consensos deben ser la vía. Las vías de hecho no son el camino y si los toman, debe tener consecuencias.
Basta ya de condenar al Cauca al fracaso. Basta ya de sacrificar el futuro de nuestras nuevas generaciones en nombre de intereses particulares. Basta ya de detener el crecimiento de una región que merece avanzar. El Cauca tiene todo para ser protagonista: riqueza cultural, diversidad étnica, potencial productivo y una ubicación estratégica. Pero mientras los bloqueos sigan siendo la moneda corriente, lo único que lograremos será seguir acumulando frustración.
Hoy más que nunca debemos levantar la voz, no para dividir, sino para exigir respeto por nuestro territorio. Que el mensaje desde Popayán y desde todo el Cauca sea claro: queremos crecer, queremos trabajar, queremos mostrar lo mejor de nosotros al país y al mundo.
Porque el Cauca merece oportunidades, no obstáculos.




