Por: Walter Aldana Q.
El pasado veinticuatro de diciembre, partió a la eternidad Fausto Collazos, un hombre de capacidad serena para ayudar a resolver diferencias entre patrono y empleados, desde su cargo en el ministerio del trabajo sede Cauca.
Con mi familia y otras varias, realizamos el encuentro fraterno de las novenas de navidad desde hace más de medio siglo, en esos encuentros vimos leer por primera vez a nuestras hijas e hijos, cantar y agradecer al Dios de la vida, por la existencia de todos.
Por ello hoy mi reflexión elemental y básica es dirigida a los jóvenes, a mis hijas, las muchachas y muchachos de los otros núcleos con las que compartimos estos bonitos encuentros decembrinos y en general a quienes leen esta opinión; “vivan la vida sin que la posibilidad de pérdida de sus mayores se convierta en permanente angustia cotidiana”.
Reconozcamos que es la ley de la vida, nacer, amar y partir, abrazar, decir “te quiero”, que es mejor cinco años con calidad de vida que diez en mal estado de salud.
Se fue Fausto, un día tan alegre cómo lo es el 24 de diciembre, fecha del nacimiento del niño Dios. Antes, nos habían tomado ventaja, Chucho y Aguapanela, dos del combo de las novenas, de los procesos sociales y la rebeldía, marchó en el mes más querido por nosotros, de seguro se encontrará con el tambor de Jesús, y la ruana de Gustavo.
La sensibilidad del suceso, la emoción y ternura del mes en que se dió, me llamó a escribir estas palabras, para retomar la práctica de opinador social y político en este 2025, quizás de poca importancia para otros, pero de homenaje, reconocimiento y reflexión para nosotros.
Vuela alto Fausto o regresa a la madre tierra, tú fraternidad e inteligencia nos acompañará de seguro en los próximos encuentros, y ayuda para que nuestra siguiente generación no se preocupe por la cercanía en años de la segura partida, sino por expresar el cariño aprendido en tantos años de compartir decembrino.
