Padre Jesús Fernando Vega Muñoz Pbro
Hoy termina el año litúrgico, donde domingo a domingo hemos visto los acontecimientos de la vida de Jesús, hoy celebramos la fiesta de Cristo Rey y el texto nos habla de la pasión de Jesús, es ahí, y no en otro sitio donde se pone de manifiesto la realeza de Jesús.
La realeza de Jesús no se mide por sus posesiones, Jesús sólo quiere ser rey de una cosa y esa cosa son nuestros corazones, es ahí donde Jesús quiere reinar, a Jesús le gustaría reinar en el corazón de las personas que libremente lo eligen como punto de referencia para su vida, sus actitudes, y sobre todo sus obras.
Jesús como los reyes tiene una corona, pero esa corona no es de oro y plata y diamantes, es una corona de espinas, Jesús tiene un trono y ese trono es la cruz.
La salvación de Jesús se nos muestra por lo tanto, no como algo restringido, reducido, sino abierto y universal, para todos.
Jesús es Rey, pero no como nosotros miramos a los reyes, Él no es un Rey impuesto, Jesús habla que su reino no es de sometimiento sino de testimonio de la verdad y esa verdad se descubre escuchando su palabra de vida y de amor y poniendo en práctica lo que el nos enseña, acogiendo a los nuevos cristos.
No nos dejemos llevar por reyezuelos qué dominan lo que hago, lo que digo y lo que pienso, esos reyezuelos son las cosas vanas y pasajeras terrenales, incluso esos reyezuelos son mis visios y mis caprichos.
El reino de Jesús es una realidad presente que transforma nuestras vidas y nos invita a soñar con un futuro lleno de esperanza.
El reino de Dios es amor, fraternidad, inclusión, Dios quiere reinar en el corazón de cada uno de nosotros, por eso vemos también en su palabra que Él dice: aquí estoy a la puerta y llamo si me abres entraré y cenaremos juntos y esa puerta a la que el toca es a nuestro corazón.
Nos dice SS el Papa Francisco
Jesús hoy nos pide que dejemos que Él se convierta en nuestro rey. Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, e indica —este rey— el camino al hombre perdido, da luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por el miedo y por la prueba de cada día. Pero no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados, solamente con la condición de que nosotros no sigamos las lógicas del mundo y de sus «reyes».
QUE VIVA CRISTO REY
