viernes, julio 18, 2025
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The Plush Ripper

Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo I_81.

Los asesinatos que cambiaron el mundo, México. Capítulo Final.

México siempre ha sido un país de inmigrantes, igual a su rival eterno Estados Unidos. Los que llegan vienen con su cultura y misterios. Llegaron iniciados de estos misterios y de sociedades ocultistas aparentemente ya desaparecidas, porque el tiempo y el lugar había cambiado. Los fieles siguen comunicándose entre ellos, para proseguir el fin inacabado o mantener callados a los sobrevivientes.

A México llegaron en el transcurso de su historia, sociedades secretas, tales como: la Santa Vehma, los Carbonarios, la Mano Negra (Serbia), remanentes del Ku Klux Klan desde la guerra contra Estados Unidos, espías de la SS desde antes de la Segunda Guerra Mundial y un grupo nazi, enigmático y ultra secreto, llamado facción H, la Triada China, los USA rackets, la Garduña, la Camándula, la Tunia, la Germania, los Fenianos, los Skopzi, los Sanfedistas, las sociedades secretas rusas de corte milenarista y los Comuneros, entre otras. Estos ocultistas en las guerras civiles han apoyado a un bando o a otro.

La revolución mexicana duro 10 años, según los historiadores un millón de personas murieron, la mayoría no combatientes. Los datos exactos que reporta el “Libro” y el “Grimorio Perdido” se refieren específicamente a aquellos que fueron inmolados a las fuerzas de la oscuridad, quemados, torturados, descuartizados, en bosques, montañas, abismos, cuevas, donde se ofrecieron ritos paganos y malditos.

Los grupos secretos influenciados por los brujos alimentaban estas bestialidades, los dioses antiguos exigen sacrificio de inocentes, debe ser abundante y permanente. Los pactos de sangre entre ellos y los hombres deben cumplirse.

México, descanso algo de violencia y sangre, luego de la revolución, que perdieron los alzados en armas. Pequeñas matanzas se seguían realizando, no salían en las crónicas de la prensa y se desconocían. El mal inherente en el ocultismo clamaba de nuevo sangre, en abundancia. Y el ciclo de sangre empezó de nuevo, desde el 2006 hasta la fecha, con la guerra contra los carteles del narcotráfico. Los números arrojan, 350.000 muertos entre las fuerzas de la ley y los narcos y más de 109.000 desaparecidos. Estas son las estadísticas de las entidades del estado y los organismos internacionales, pero la cifra es casi el triple, sobretodo incluye a los desaparecidos y la trata de personas.

Los jefes de cartel y sus leales, que incluyen desde curas de todas las creencias, burócratas del gobierno, fuerzas de la ley, periodistas, artistas, políticos, saben que el negocio de la droga, solo es el de mostrar y de negociar cuando los atrapan. Nunca hablaran -saben que una oscuridad muy real los perseguirá a ellos y los suyos, con consecuencias mortales- de lo subyacente debajo del narcotráfico: tráfico de mujeres, niños, hombres, para el consumo como alimento, venta como esclavos o disposición para pedófilos o satanistas, de eso no pueden hablar. Mucho menos de los rituales y pactos, donde se realizaron, cuáles fueron las víctimas y como fue la inmolación.

Se les permitirá hablar de kilos o toneladas de mariguana, cocaína y demás, quién la hace, quién la transporta, quién la distribuye y el nombre de los policías corruptos. Este delito se negocia, se perdona con amnistía, solo es dinero, nunca importara las víctimas caídas por la guerra, ni las producidas por el consumo de drogas, las familias destruidas o las personas convertidas en zombis, muriendo debajo de un puente, o en las calles.

Si lo otro saliera a la luz, la abominación sería tan grande que no se puede perdonar, no se puede negociar, ya que en la cúspide están los que son los dueños del país, los que deben dar ejemplo. Ellos protegidos por las sociedades secretas a las cuales pertenecen, -no permitirán nunca que la verdad salga a la luz-. Ellos frente al mundo, manejan sociedades anónimas de índole benéfico y altruista.

Lo oculto, es más poderoso y horrible que las drogas en sí. Los guardianes de lo repugnante, del mal que existe antes de los imperios indígenas, con sabiduría aprendieron a adaptarse a los tiempos y hoy en día pueden ser simples obreros, profesores, curas, artistas, -cualquier hombre de a pie-, que viven bien, pero no lo demuestran, ni lo exhiben, saben que es peligroso. Su codicia desmedida es de otro nivel, de otros mundos y dimensiones, son poderes que no tienen comparación con tesoros terrenales, se han ganado con almas y es un camino de varias vidas. Entregaron su propia alma y la de sus cercanos, se ganaron que los llamaran “demonios humanos”.

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