
Cuando hablamos de fotografía digital, especialmente con cámaras profesionales, dos formatos protagonizan el debate: RAW y JPEG. Ambos ofrecen ventajas distintas, y elegir el más adecuado dependerá de lo que busques lograr con tus imágenes.
El formato RAW guarda la imagen en su estado más puro, sin compresión ni pérdida de información. Esto permite un rango mucho más amplio de edición, ideal para fotógrafos que retocan sus capturas antes de publicarlas o imprimirlas. Sin embargo, requiere programas especializados como Adobe Lightroom o Photoshop, y los archivos ocupan bastante espacio en el disco.
Por otro lado, el formato JPEG, que existe desde 1986, comprime las imágenes para hacerlas más livianas y fáciles de compartir. Es compatible con casi cualquier dispositivo y resulta perfecto para quienes toman fotos con el celular y desean subirlas rápidamente a redes sociales o enviarlas por WhatsApp. Aunque pierde algo de calidad en el proceso, esta pérdida suele ser imperceptible para el ojo humano.
¿Entonces cuál elegir?
- Si eres profesional o deseas editar a fondo tus imágenes: RAW.
- Si buscas rapidez, compatibilidad y facilidad de uso: JPEG.
En definitiva, no hay un formato “mejor” que otro. La clave está en entender para qué necesitas la foto y elegir en función de eso. Ya sea que captures momentos con tu smartphone o trabajes con cámaras réflex, conocer la diferencia entre estos dos formatos te permitirá sacar el máximo provecho a tu equipo.




