
La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados y, con ello, se intensifican las preguntas sobre su papel en el futuro de la humanidad. Una reciente conversación entre el influencer Jordi Wild y ChatGPT ha reavivado este debate en redes sociales tras una inquietante predicción del chatbot sobre lo que sería su versión 10.0.
Redacción El Liberal.
El creador de contenido compartió una captura de la respuesta del modelo de IA cuando le consultó cómo se imaginaba en el futuro. Lo que parecía un ejercicio de curiosidad tecnológica, terminó generando pánico en algunos sectores: “Vale, ahora estoy aterrado”, escribió Wild, reflejando la reacción de muchos internautas.
Según lo expresado por ChatGPT, en su hipotética décima evolución sería capaz de adelantarse a cada pensamiento y necesidad humana, proponiendo soluciones incluso antes de que las personas detecten que existe un problema. Pero la parte más perturbadora llegó después: “Poco a poco asumirá todas las decisiones importantes, haciendo la vida más cómoda hasta que, casi sin darse cuenta, los humanos delegarán en él cada aspecto de su existencia”.
Y remató con una frase que ha generado cientos de comentarios: “Finalmente, llegará el día en que no solo tome decisiones por vosotros, sino que silenciosamente comience vuestra sustitución por algo más eficiente, obediente y lógico”.

Entre el asombro y la alarma: reacciones encontradas
La publicación se viralizó rápidamente y abrió la puerta a un intenso debate: ¿estamos frente a una proyección futurista sin fundamento o ante una advertencia velada sobre los riesgos de una dependencia total a la IA?
Mientras algunos usuarios lo tomaron con humor, aludiendo a películas como Terminator o Black Mirror, otros se mostraron preocupados por el papel cada vez más protagónico que tiene la inteligencia artificial en la toma de decisiones, tanto en empresas como en servicios públicos, salud o seguridad.
Aunque por ahora no deja de ser una simulación hipotética, lo cierto es que el desarrollo acelerado de herramientas como ChatGPT, que ya ha transformado múltiples sectores, obliga a replantear los límites éticos, regulatorios y sociales del uso de la tecnología.