Padre Jesús Fernando Vega Muñoz Pbro
Hoy domingo 1 de diciembre, inicia el nuevo año litúrgico con el primer domingo de Adviento
Hoy en nuestras casas, en nuestras parroquias vemos que hay una corona con ramas verdes y cuatro velas, esta corona representa la eternidad de Dios y la vida eterna que él promete. Dios no tiene principio ni fin, el amor de Dios es infinito.La esperanza, la paz, la alegría, el amor que en estos cuatro domingos se hablará, será lo que debemos tener en cuenta para poder entrar también un día a la Jerusalén celestial.
“Anuncien a los pueblos y diganles: miren, viene nuestro Salvador”
El adviento es el tiempo de espera, de la venida del Señor
Ven, ven Señor no tardes, ven, ven que te esperamos, en tu nacimiento humilde, en gloria y majestad.
En cada Eucaristía proclamamos la venida del Señor: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven Señor Jesús.
Él está aquí presente en medio de nosotros, viene a nuestro encuentro para recibirlo en la fe y por el amor dar testimonio de la espera de su reino.
Dios no EXCLUYE A NADIE, viene para todos.
Hay que estar despiertos, alertas, preparados para el encuentro con el Señor que no se restringe al ámbito personal, sino que abarca el encuentro de la humanidad, del pueblo de Dios con su Señor.
Crezcamos en el amor entre todos para un día podernos presentar ante Dios como nos dice la Escritura, Santos e irreprensibles el día que Jesús vuelva acompañado de sus Santos y elegidos.
Nos dice SS el papa Benedicto XVI
El Adviento es un tiempo muy apto para vivirlo en comunión con todos los que esperan en un mundo más justo y más fraterno, y que gracias a Dios son numerosos. En este compromiso por la justicia pueden unirse de algún modo hombres de cualquier nacionalidad y cultura, creyentes y no creyentes, pues todos albergan el mismo anhelo, aunque con motivaciones distintas, de un futuro de justicia y de paz.
La paz es la meta a la que aspira la humanidad entera. Para los creyentes “paz” es uno de los nombres más bellos de Dios, que quiere el entendimiento entre todos sus hijos, como he recordado en mi peregrinación de los días pasados a Turquía. Un canto de paz resonó en los cielos cuando Dios se hizo hombre y nació de una mujer, en la plenitud de los tiempos (cf. Ga 4, 4).
Así pues, comencemos este nuevo Adviento tiempo que nos regala el Señor del tiempo despertando en nuestros corazones la espera del Dios-que-viene y la esperanza de que su nombre sea santificado, de que venga su reino de justicia y de paz, y de que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo.