Por Eduardo Nates López.
Suponiendo una imagen satelital del suroccidente colombiano (enfocando los departamentos de: Valle, Cauca y Nariño), es posible imaginarse que cuando ensamblaron la figura del Cauca (como en un rompecabezas…) entre Valle y Nariño, las obras públicas viales (de la carretera panamericana) se escurrieron hacia esos departamentos y en el tramo que corresponde al Cauca, quedaron por hacer, con muchos años de retaso. Por supuesto, como es una abstracción mental, hay que explicar un poco el comentario:
Tuve la oportunidad de transitar la ruta de Popayán a Ipiales, en un viaje que me complace recomendar a mis lectores, (a pesar de que haya que encomendarse a Dios y todos los santos para no toparse con un retén de bandidos o con una toma de los damnificados de Rosas o con una protesta infantil, taponando la carretera en cualquier sitio del Cauca… -gracias a la falta de autoridad-). Sobra referirse a la imponente belleza de la naturaleza, con esas enormes montañas de las dos cordilleras (occidental y central) que, a lado y lado, vigilan el corredor de la carretera Panamericana. Pero, para ir acercándonos al tema de la odiosa discriminación, hay que mencionar que saliendo de Popayán, hacia el sur, recién pasado Timbío, comienzan las tribulaciones propias de una vía trazada en 1932, cuando hubo que ampliar el que era un camino de herradura hacia el sur, en razón de la guerra con el Perú, (a finales de 1932 y comienzo de 1933). ¡Hace 93 años! (Y agradezcamos que ya no hay que subir de Mojarras a Mercaderes para seguir por La Unión hasta Buesaco y llegar a Pasto). Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que esta vía podría ser una de las de mayor índice de sinuosidad (número de curvas por kilómetro lineal de vía) en Colombia, en vista de que una gran cantidad de carreteras en el resto del país han sido rectificadas y mejoradas, con la “obvia” excepción del Cauca…
Por supuesto, el tramo de carretera Panamericana entre Pasto e Ipiales, en envidiable doble calzada, es una fantasía, no solo en lo que a ingeniería se refiere, sino en paisaje y topografía, con la posibilidad de concluir en la imperdible visita al Santuario de Las Lajas, otra obra que, hablando de técnica de construcción, en esas condiciones, casi alcanza la categoría de milagro…
No exagero al decir que hasta en la carpeta de rodamiento de la vía se siente el cambio de departamento. Una vez se pasa el puente sobre el río Mayo, -que determina los límites jurisdiccionales- y se adentra en jurisdicción de Nariño, disminuye sustancialmente el número de huecos en la carpeta y por lo tanto la cantidad de quites y cabriolas que hay que hacer para no dañar el vehículo. Y llegando al municipio de Chachagüi, comienza la doble calzada hacia Pasto, que permite un desplazamiento tranquilo y a buena velocidad, sin perder la posibilidad de admirar el bello panorama nariñense.
Obviamente, escribiendo este relato, me vuelve a la cabeza que ¡otra vez este gobierno “del cambio” le incumplió al Cauca en su ofrecimiento de sacar la licitación de la vía Popayán-Pasto, específicamente el controvertido tramo Timbío-Estanquillo, durante el transcurso de 2024! Sin vergüenza alguna, luego de una reunión de socialización del proyecto, realizada hace varios meses, convocaron a la sesión de apertura de la licitación de las obras, presidida por la ministra de Transporte, el director general de la ANI y otros altos funcionarios del más alto nivel, acto que fue cancelado a última hora… después de jurar en muchas oportunidades que la apertura de la licitación no pasaría de 2024…
Pero, al fin y al cabo, se trata es de celebrar la excelente calidad de las vías en el departamento de Nariño, la que junto a la amabilidad de sus gentes y la pujanza de su capital, Pasto, son un atractivo paseo que resulta factible para los caucanos y popayanejos, con relativa facilidad, y que sirve para ratificar nuestra hermandad y la importancia de compartir objetivos, en una zona que tradicionalmente ha servido para grandes y frecuentes ofrecimientos de campaña y nulo o escaso cumplimiento de la mayoría de los gobernantes que elegimos con esperanza y nos pagan con desdén…