Capítulo II. El Grimorio perdido. Episodio 30.
Los Vórtices. Parte X. De los lugares malditos.
En las invocaciones a espíritus y demonios para que el conjuro salga en la forma correcta y el oferente obtenga lo solicitado, se debe tener una disciplina espartana. Hay que tener una logística muy bien organizada y detallada entre las cuales tenemos: la adecuación del lugar (espacio cerrado o abierto), obtener los utensilios necesarios, los símbolos que deben ser pintados o grabados con especial detalle en el sitio, las dietas, purificaciones, plegarias y las ofrendas dadas. Todo planeado al extremo para solicitar a la entidad o entidades lo prohibido por las leyes del hombre.
Cuando se llama o contacta al espíritu inmundo con consciencia o no, aquí aplica cuando se invoca un ser querido fallecido por medio de la güija y viene otra cosa, un espíritu impostor, se abre un portal a una dimensión donde viven estas almas perdidas, que no existen en nuestro plano.
Ese vórtice es del tamaño adecuado para que la entidad solicitada traspase a nuestra realidad, el ardid consiste en que esa entidad luego de dar lo ofrecido al profano a cambio de lo exigido, debe volver de donde vino. Cuando no se cumplen las reglas o se equivoca el invocador, ese espíritu queda en nuestro tiempo y luego empiezan a suceder fenómenos realmente terribles, desde no dejar dormir a los involucrados en el lugar donde se realizó el evento, hasta heridas, violación, locura y la posesión del cuerpo de quien erróneamente hizo el conjuro.
Le decimos fantasmas a espíritus que viven en lugares inmundos, en lugares habitados o no, casas, fincas, castillos y no solo asustan sino matan a muchos de los incautos, esto se debe en gran medida a invocaciones fallidas.
La historia nos describe que los hombres en su afán de ir más allá de su propio conocimiento, busca lo que no debe ser hallado y abrió portales gigantescos donde casi todo el infierno intentó pasar a nuestro mundo.
La creación de estas puertas que llevan al infierno o a otras dimensiones de cualquier tipo de vida, se detallan en el grimorio perdido. Los portales abiertos, gracias a la providencia, no han abierto un camino directo para que el mal pueble la tierra, pero en la experimentación constante si se han abierto entradas a mundos aterradores y caóticos para nuestra propia existencia, provocando la destrucción de toda una civilización.
Un consejo que se repite hasta el cansancio en el libro maldito, es buscar que el hombre mute a convertirse en un hombre dios, donde cree sus nuevas dogmas de vida. Cuando el lector y poseedor del grimorio perdido es un hombre de gran poder, con súbditos que le tiene obediencia absoluta, el mal inherente en los escritos, lo invita a producir este salto monumental en la evolución y llevar a la humanidad a una nueva era, donde la muerte ni el dolor ya no formen parte de la vida.
Esta invitación a este cambio abismal, está plagado de hechizos de alta magia antigua y arcana, un solo hombre no la podría hacer, le llevaría toda una vida ejecutarla. Ahora, si ese hombre es el líder de millones y esos millones todos los días en su vida rutinaria realizan estos ritos en su hogar, trabajo y familia, el gran salto que solicita este hombre o un grupo dentro de esa sociedad, se podría realizar.
Muchos déspotas no quieren dar ese salto, no necesitan ser hombres dioses porque ya lo son. Solo con el uso de magia elaborada perenne pero en menor escala, permanecen ellos y los pocos escogidos como reyes en la nación en la cual por desgracia, llegaron a ser elegidos por métodos democráticos.
Realizar el conjuro supremo de llegar a ser un dios, que domine los elementos y no se enferme nunca, debe ser realizado a gran escala por millones de hombres por un tiempo prolongado, permanente en el tiempo y realizado todos los días, solo así, se produce lo indecible. Si la magia viene acompañada de miles de víctimas inocentes, el grimorio perdido, afirma que el gran salto es posible en menos tiempo.




