viernes, junio 20, 2025
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The Plush Ripper

Gustavo Adolfo Constaín Ruales. – X@moldergc

Capítulo II. El Grimorio perdido. Undécima parte.

Hay un capítulo entero que se narra en el -grimorio perdido- y en el -Libro- que cuenta la historia de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte. En el -Libro- se cuenta las narraciones de su vida y milagros. Los profetas han afirmado desde siempre, que no abarcarían todos los libros del mundo, las hazañas hechas por el enviado de los cielos, pero en este libro especial se puede leer, la pregunta es – ¿te alcanzaría la vida para leerlo primero y luego entenderlo? -. En el grimorio perdido, sucede exactamente lo mismo, se explica las crónicas donde el mal encarnado en los hombres e inherente en el tiempo y espacio buscaba perder al Mesías y sus discípulos.

El día del arresto de Jesús, se necesitaba que alguien lo identificara de alguna forma, si el rostro del hijo de la viuda fuera identificable a simple vista, no hubiese necesitado a ningún traidor, ni la frase “con un beso entregas al hijo del hombre”, se hubiera pronunciado. Los iniciados afirman que el Cristo viviente podía cambiar a voluntad su faz.

Jesús en su dualidad de hombre y Dios, había dado su palabra ante su Padre, que haría lo que fuera por su máxima creación -el hombre-, aún morir por ellos. La caída de los ángeles que no juraron fidelidad a la obra de Dios, fue por este motivo.

Cuando uno de sus leales perteneciente a una secta que buscaba la independencia del pueblo judío, corta la oreja del soldado Malco sirviente de los sacerdotes, quienes vienen a arrestarlo, Yesua coloca la oreja del soldado de nuevo en su lugar. El hombre que es reprimido por ese acto, es su discípulo Pedro, al cual le encarga la misión de liderar su rebaño y edificar su fe. Jesús dice de nuevo -crees que mi Padre no enviaría 12 legiones para salvarme-. En esa época una legión romana estaba compuesta por 6.000 hombres, lo cual significa que 72.000 ángeles vendrían a protegerlo, trayendo destrucción y venganza a los hombres crueles y supremamente ignorantes.

El mal inherente que procede del espacio desde antes de la creación de este, sumido, escondido en la gran oscuridad, buscaba este pretexto para que lo escrito no se cumpliera y Yesua ordenara venir en su rescate a sus leales.

El futuro que le esperaba a Pilatos, los sacerdotes Anás y Caifás y otros cuales nombres no importan, su destino fue terrible, no por la venganza del inocente que fue crucificado, sino del mismo mal el cuál guio sus acciones y les hablo al oído dulcemente, afirmándoles que su poder y riqueza les permitía ejercer cualquier tipo de justicia.

El adversario seguía a Jesús, con aquellos que habían cambiado de bando, seguían con sus alas, pero estas eran desgastadas, sucias y llenas de impurezas. Le hablaba -llamad a tus siervos, tienes todo el derecho, te ayudare a castigar a los culpables-, buscaban que lo escrito por los profetas nunca se cumpliera.

Después de todas las burlas, ofensas, golpes, escupitajos, tortura no soportada por otro hombre y del abandono de sus amigos, llego por fin al Gólgota, lugar de muerte, donde eran asesinados todos los despreciables hombres y mujeres.

Cristo en ese momento de dolor extremo y angustia por miedo a no lograr su misión, aquel que es la perdición de los hombres, lo tienta de nuevo -llama a los ángeles-. Y llega el momento más desgraciado de la historia de la humanidad, al morir Jesucristo, la tierra tiembla, el velo del tempo se rasga, el cosmos se paraliza, la luz se oculta y la oscuridad quiere reinar el tiempo que le toca.

Y sí, sucedió que los 72.000 seres hechos de luz, de belleza indescriptible, de sabiduría perenne y poder extraordinario, los leales, los que estuvieron del lado de la misericordia en la gran confrontación en el cielo, se aparecieron para arrodillarse por la muerte del Padre que los creo y todos fueron abatidos en su espíritu, no solo ellos, todos los ángeles del universo, los vigilantes de los planetas y los que custodian el Paraíso, a su vez se arrodillaron y el abatimiento se cernió sobre ellos.

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