lunes, agosto 4, 2025
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The Plush Ripper

Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo II.

El Grimorio perdido. Novena parte.

La leyenda que no se describe ni en el grimorio perdido ni en el “Libro”, relatan que los ángeles caídos, buscaron al hombre, para ver si poseían los libros que cayeron del cielo y se perdieron en la batalla. Buscaban aliarse con él y ganarlo para su causa, que consideraban justa. Era una lógica simple, si la máxima creación de Dios, el hombre, estaba de su lado, su misión es correcta, las dos fuerzas universales luz y oscuridad pueden guiarme y estar por encima de todo, incluso del Padre -ser mi propia ley-. Solo el hombre puede discernir lo justo de lo injusto, la verdad es más importante que la lealtad.

La oscuridad que se desliza sobre sombras en el día, a través del viento y la naturaleza misma, las fuerzas primigenias implícitas en todas las cosas, que no quieren la luz y le temen, se infiltra en las rendijas de las casas, que persigue y entra en el hombre, había ganado.

A través del paso del tiempo, varios grimorios perdidos viajaron por todo el mundo, sacados de la sepultura eterna decretada por el faraón egipcio Akenáton, el dios sol monoteísta. La tristeza, el dolor, la envidia, la muerte, las tragedias y las matanzas seguían a aquel portador del libro negro que brillaba en la oscuridad. Al principio como un duende o un diablillo encadenado de una lámpara maravillosa te otorgaba cualquier deseo primario, luego cualquier ansia más allá de la imaginación, disponible para aquel solitario que descubriera sus secretos e implorara sus bendiciones y tesoros.

El libro estaba maldito desde antes que alguien osara sacarlo de su tumba en el desierto, pero el libro en esencia era el mal. Destructor de grandes reyes y monarcas, que buscaban ser inmortales y de sus imperios. Un hambriento voraz de hombres virtuosos y sacerdotes de indistintas religiones que osaron descubrir sus secretos.

Así como en el cielo se celebra más cuando un pecador se convierte, que la entrada de mil justos, en el averno sucede lo mismo cuando un virtuoso ha caído, que la llegada de mil pecadores.

El grimorio perdido te complace todas las ambiciones y pasiones humanas, pero luego te quitaba todo, no solo sufría aquel que intentó descifrar sus secretos, sino su entorno más cercano. Si un rey caía ante su magia oscura, todos sus súbditos lo pagaban, así para cada hombre con poder. El libro se auto llenaba con relatos de los horrores que ayudo a construir, el mal construyendo el mal.

Debías ser un erudito para descifrar sus jeroglíficos y enigmas, igual si un hombre del común tenía acceso al libro, le podía pasar dos cosas: si el hombre era honesto, el libro negro buscaría que perdiera su virtud, si el hombre en cambio fuera un crápula, la maldad innata que tuviera el hombre en su alma, buscaría su camino.

Lógicamente al final de la carrera de todos aquellos que sucumbieron a su hechizo, el precio era su alma. Se había pactado en las primeras hojas del libro, esta magia oscura lógicamente rechaza a los estúpidos, no servían a sus propósitos.

Los iniciados dudan si el “Libro” se escribió para ser el némesis del grimorio perdido, la naturaleza o la divinidad produjo un escrito que igual también se auto escribe. Los justos afirman que en ambos textos se menciona a su contraparte, como dando la oportunidad de escoger. Desgraciadamente la ambición del hombre que sigue repitiendo el pecado de rebelión de los ángeles -un tercio de ellos- según nos dice el “Libro” ansia ser un dios para sus hermanos y encima de ellos nadie.

Los necios siempre han escogido el grimorio perdido, el camino del “Libro” nos enseña que la felicidad y la riqueza está en lo sencillo y un hogar es el tesoro más preciado.

En el grimorio perdido se aconseja al profano, -entre los cuales caen los increíblemente necios y los malvados-, si ansias tener más poder y conocimiento de lo imaginable, debes transcribir la magia más poderosa, oscura y abominable a otro libro, el cual se debe escribir en piel humana, la condición -el sacrificado para esta abominación debe estar vivo-. El mal induce a propagarse de todas las formas posibles y siniestras.

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